por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comColon era un club modelo. Construyó un gran estadio, un hotel de lujo, con permanencia segura en primera división, siempre estaba a punto de armar un gran equipo. Su presidente, Germán Lerche era un hombre exitoso y eficiente. De golpe, la plata empezó a faltar de un modo inexplicable y todo se derrumbó de manera explicable. La Gran Mano soltó a Lerche con la ayuda del inefable Marchi, que llevó al plantel de Colón a resignar seis puntos vitales para la permanencia de la institución en la máxima categoría. Sacaron provecho de la desesperación de sus jugadores ante una situación que advierten fuera de lo normal y peligrosa para sus intereses, con Marchi como profeta solitario le prometieron cosas que no pueden cumplir sin pasar vergüenza, y ahora tienen terribles despelotes para cerrar la ecuación traicionando la letra y el espíritu de un reglamento centenario generalmente eficiente y en constante renovación. Demoran las decisiones, Marchi se desespera, Bastía putea porque con la suspensión del partido él no pudo cumplir con la fecha de suspensión y eso le impidió estar ante San Lorenzo cuando chocaron por la punta en la fecha que se disputó, la antepenúltima, en la que terminaron empatando en 2 con un arbitraje de Delfino y una sanción que nunca podrá explicar, la falta a Piatti en la puerta del área que devino en el descuento de San Lorenzo y la no expulsión por segunda amarilla del as de espadas del Ciclón. Julio Ricardo, Perfumo y Apo comentan fútbol por TV. Como nunca, el fútbol argentino ha perdido la brújula, tratando de conformar a todos sin conformar a casi nadie, exponiendo patéticamente lo espurio de su accionar a cara descubierta.
Pero seamos buenos, pensemos bien. Digamos que fue una distracción haber programado Vélez-San Lorenzo en Liniers para la última fecha. Si bien en ese momento no se le ocurrió a
nadie que pudiera ser un partido definitorio del Torneo, alguien ahora se avivó que si San Lorenzo es campeón en Liniers no hay manera de que haya festejo. ¿Y que esperan de un torneo en el que los visitantes no pueden ir a la cancha? ¿Qué siempre salgan campeones los que juegan de local? Supongamos que no tuvieron mala intención cuando anunciaron que el equipo argentino que juegue la final de la Copa Sudamericana no podría postergar la fecha del torneo local que dispute entre la ida y la vuelta de la definición copera. Pensemos que fue de casualidad que sólo estaba en carrera Lanús cuando lo anunciaron. Creamos que es cierto que tienen mucho problema de disponibilidad de días y horarios, en una agenda muy apretada por el próximo Mundial de Fútbol a disputarse en Brasil en poco más de seis meses. Pensemos que fue por una distracción el horario en que programaron Lanús-Gimnasia, que nadie previó que haría tanto calor a esa hora, no venía tan alta la temperatura, y no se avivaron de consultar los pronósticos que así lo indicaban. Por eso jodieron al pobre Lanús, recién llegado de Paraguay de jugar un partido muy chivo, por culpa de un par de boludos que no se avivan de nada, yo les digo siempre y no hay caso, mire. Y ya que estamos pensemos que alguien dijo que quiere celebrar el título con su gente, que sería fundamental que permitan ingresar a su público a Vélez. Pidió un imposible, para lograr al menos que le adelanten el partido a Lanús, para por si ganan, dar la vuelta olímpica después de seguir desde el campo y a través de los medios -todo un síntoma de lo que viene- la emocionante derrota de Lanús, otra vez bajo el sol abrazador y muerto de cansancio ante Boca, y desatar la inenarrable fiesta del milagroso club que estaba a punto de fundirse y descender, y ahora se consagra, y encima; como si todo esto fuera poco, vuelve a Boedo, pasen y vean…
Algunos se preguntan si la conducción de Lanús fue lo enérgica de debía ser. Yo pienso que no lo fue porque fue inteligente. Lo creo viendo de afuera los resultados, sin la cercanía con la realidad institucional desde donde lo veía hace más de un año atrás. Fue inteligente porque esperó el momento de hablar, porque se estaban disputando partidos importantes por ambos torneos y porque los arbitrajes pueden ser muy peligrosos cuando uno se enfrenta con la AFA. Lo saben River e Independiente, lo sabe crudamente ahora Lerche, lo sabrá Marchi. Todo pasa pero todo se sabe. Lanús hizo silencio y esperó el momento de hablar a través de su entrenador de alto perfil, el popular Guillermo Barros Schelotto, quien desde un principio, reconozcámoslo, viene haciendo hincapié en algunos arbitrajes increíbles que han sido perjudiciales para su equipo, es quien ahora habla de la temperatura contra Gimnasia, del adelanto del partido ante Boca, de que nos están cagando de lo lindo y su figura concita la atención de las cámaras. Y si bien no se pudo impedir que San Lorenzo tenga la chance de festejar si le gana a Estudiantes y los demás no ganan -parece que son muy poderosos los que están decididos a que eso ocurra- terminan concediendo que si Lanús llega con chances a la última jornada, le permitirán postergar el partido con Newell’s para uno vaya a saber qué fecha próxima. Solo así se puede sobrevivir en estos tiempos, negociando con inteligencia y prudencia.
Tengo la sensación que esto no da para más, que esto naufraga y se hunde sin timón ni escapatoria. En el gobierno se ve que tienen temas más importantes que atender. Los ingresos de los clubes no aumentan. Y últimamente, en la AFA un despelote se arregla con otro despelote peor, es decir nada se arregla, todo se complica. Encima están anunciando que van a cambiar el formato de los torneos por una idea revolucionaria que cuando fue anunciada fue considerada un despropósito pero que ahora no, tranqui, ahora parece que va a andar muy bien y los clubes van a ganar mucha guita, vas a ver, yo se lo que te digo, hermano…