por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comLanús tomó el control y ocupó campo contrario desde el arranque. San Lorenzo no podía salir del fondo. Eso duró hasta los 20 minutos, en los cuales abrió el marcador y tuvo un par más, con un muy buen trabajo de los dos delanteros. Pero luego aflojó la presión, la visita salió del asedio con la conducción de Romagnoli, y ya en campo contrario empezaron a tocarla sin oposición hasta la puerta del área ante la inferioridad numérica granate en el medio y la impotencia de los defensores que reculan. Es en esa instancia que se comete el peor de los errores de este equipo: Velázquez se cierra con el delantero y se junta con Izquierdoz, en tanto el lateral rival, en este caso Bufarini, recibe y envía el centro sin oposición, ningún granate baja por la banda para brindar ayuda. Y siempre que se comete ese error, a continuación se comete el otro que lo complementa: Equipo que retrocede no recupera, solo se limita a tratar de sacarla del área 18, por lo tanto los ataques rivales terminan, en el mejor de los casos, en las manos de Marchesín. Y Marchesín la recibe rodeado por sus defensores e imposibilitado de salir jugando, intenta sacar al equipo con un pelotazo a dividir para los de arriba, a ver que pasa. Pero lo peor es que mientras la pelota vuela por el aire los centrales no llegan a adelantarse más de diez metros, y ahí es que el equipo se estira, y los pases largos, y la pérdida del balón, y la pérdida del medio, y la pérdida de los partidos y la de la paciencia del hincha…
Jorge Pereyra Díaz, lo venimos señalando, es un auspicioso diamante en bruto cada vez menos bruto y cada vez más diamante. Hace mucho que no aparece en el fútbol argentino un
delantero que quiebre con tanta felicidad la primera marca, la que sortea con recepción y giro en tres cuartos, de espaldas al arco, desde donde arranca su marcha de potencia, siempre enfilando para el punto penal. Hoy rindió la materia que le faltaba, la más importante de la carrera de delantero: El gol. Metió dos y además jugó un gran partido. En esos primeros veinte minutos de la etapa inicial apareció en toda su dimensión y a los cuatro de juego, coronando una contra magistralmente manejada por el Pelado Silva, anotó el primero de Lanús, que mantuvo el dominio claro hasta promediar la etapa, cuando ocurrió la secuencia nefasta que explicamos más arriba, cuando las cosas cambiaron diametralmente, el dominio pasó a ser de San Lorenzo y a los 32 minutos un despeje fallido de Marchesín le cayó a Gentilleti, que lo empató. La visita siguió mandando hasta el final.
El arranque del complemento fue lo peor de Lanús. No podía dominar la pelota, mucho menos recuperarla. Los pases verticales y a dividir, las enormes distancias entre las líneas granates, San Lorenzo poblaba mejor el medio y Romagnoli manejaba la cuestión. El segundo de la visita se venía venir, y llegó a los 5, el veterano enganche puso a su equipo arriba con un tiro de media distancia favorecido por un rebote afortunado que dejó fuera de acción a Marchesín. Lanús no daba pie con bola, el panorama se oscurecía, y el mellizo se la jugó a suerte y verdad. Abajo en el marcador, el trámite patrimonio del rival, Guillermo lo reforzó a la japonesa: Sacó a Araujo –otra vez desconocido-, lo mandó a Ayala como volante derecho para reforzar la marca de Goltz sobre Correa, ya que por momentos defendió con tres. En lugar de Araujo lo puso a Melano y así sumó un delantero más para abortar la subida de los laterales santos. Iban 13 minutos del complemento. La moneda que lanzó el mellizo a todo o nada aún estaba en el aire cuando el propio Melano, con un cabezazo de anticipo ante una gran cesión del Pulpito –otro que sigue creciendo- empató el partido.
La ambiciosa idea del técnico granate sorprendió a San Lorenzo, que por entonces parecía empezar a sentir el trajín ante un rival que empezaba a tener facilidades para quebrar en base a la velocidad de Melano, la potencia de Pereyra Díaz y la inteligencia de Silva para pivotear y meter la pausa. Romagnoli se quedó sin pilas, el partido era golpe por golpe pero mientras los golpes santos carecían de potencia, los granates lastimaban de verdad. Antes de la media hora del complemento Lanús volvió a ponerse arriba con una contra veloz y un toque distinguido de Melano para la diagonal de Pereyra Díaz y la segunda conversión en primera, en su noche para recordar. Los últimos quince tuvieron la misma tónica. Guillermo entrevió que San Lorenzo tiraría centros y lo sacó a Pereyra Díaz, quien recibió la ovación merecida, y lo puso a Ismael Blanco, de mayor eficacia aérea para defender. Lanús desperdició algunas chances, San Lorenzo no dejó de buscar, e incluso algunas veces pudo quebrar la línea media y llegar con gente lo que le permitió acercarse a un empate que no iba a conseguir. Otra vez, Pizzi y los suyos volvieron a defraudar, el crédito de sus hinchas definitivamente agotado, quedó demostrado que no está para paradas difíciles. En cambio Lanús aprobó con una victoria relevante que por momentos parecía imposible, gracias a una valiente jugada de su entrenador, la categoría individual de algunos de sus futbolistas y principalmente la potencia ofensiva de sus delanteros.
Después de aquellas tres derrotas que complicaron su marcha, Lanús volvió a decir presente en un campeonato que promete emociones y sorpresas, ya que los de arriba se enfrentarán entre sí. Pero de cara a lo inmediato, su choque copero ante River, se recuperó con dos victorias y seis goles a favor mientras su futuro adversario volvió a empatar en cero y exhibir una preocupante carencia ofensiva, ya que en trece fechas disputadas sólo pudo convertir ocho goles. El objetivo inmediato es superar a River en La Fortaleza y en lo posible establecer una diferencia en el marcador que se corresponda con los distintos presentes de ambos contendientes, lograr el pase a la semifinal de la Sudamericana y la clasificación automática a la próxima Copa Libertadores. Nada menos.