por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com¿Cómo no dejarse ganar por la ilusión? ¿Cómo no pensar que esta vez sí, que esta vez a Lanús se le va a dar? El juego de este equipo de Guillermo no lucirá, pero su imagen es la de un elenco poderoso en ofensiva, con un plantel que está a la altura de los mejores del continente y que fecha tras fecha se va consolidando con goleadas aplastantes. Sus números no aceptan controversias: En siete partidos disputados por el Inicial marcó 13 goles -nadie sumó más de 11- y le convirtieron apenas 4 -solo 2 equipos recibieron 3- y contando los tres partidos por Copa su marca es 21 goles a favor y 5 en contra en diez presentaciones. En sus últimas dos presentaciones venció por goleada, ambas por 4 a 0. Si sos hincha de Lanús, ¿Como no sentirse un niño en la noche del 6 de enero, cómo no cortar pastito y como no llenar un cuenco de agua?
No se si te pasa, pero a veces trato de ver las cosas con pesimismo, como buscando un pellizco que me despierte del sueño. Y entonces pienso en aquel partido con Rafaela. Lanús lo había empezado ganando, lo perdieron por chambones, primero se lo empataron por distraídos y enseguida se lo ganaron por saber jugar en su terreno, el más corto del fútbol argentino. Pienso en que no pudo vencer a Estudiantes en La Fortaleza porque no supo cómo entrarle, que no pudo con Vélez en Liniers porque no se animó a i por más. El empate ante
Racing por el Inicial lo logró heroicamente, pero eso no quita que no pudo aplastarlo como lo hicieron casi todos, incluido el pobre Tigre. Lo hago para mitigar mi natural optimismo, mis ganas de celebrar lo que institucionalmente Lanús se merece, indiscutiblemente grande entre los grandes. Pienso en el año sin perder en La Fortaleza, pienso que se le ganó 3 a 0 a Belgrano y a Olimpo, y 4 a 0 a Argentinos y a la U de Chile, victorias de marcadores cada vez menos frecuentes en el fútbol de hoy en día. Pienso que este equipo tiene eso que los que lo precedieron en estos años de grandes campañas no tenían, eso que no sabemos que es y que algunos llaman huevos, otros personalidad, y otros sacrificio y sed de victoria.
No fui el único que pese a esas carencias se ilusionó con algún equipo de Zubeldía, con el de Shurrer en la Copa, con la arremetida del de Guillermo en el Inicial 2012, con el arranque del torneo pasado. Pero éste equipo ilusiona porque además de tener eso que los otros no tenían, se impone por su potencia ofensiva y variantes de gol. Pienso que es mejor prestar atención a esas señales, menores, es cierto, que nos sugieren que aún hay algunas cuestiones relevantes por corregir: Tanto Racing, como la U le generaron muchas situaciones de gol. Tiene a Marchesín, pero también tuvo algo de fortuna. Tratamos de entender que es lo que le falta. Sabemos que falta un jugador en el medio campo, que cuando el rival pasa la buena presión de los delanteros encuentra facilidades para quebrarlo en el medio. Y a veces, muchas veces, en vez de acercar las líneas estas se separan. Es cuando los delanteros reciben pases largos, de espaldas, y les cuesta entrar a la zona de definición con pelota dominada. Cuando el balón se entrega exigido, se divide, y por eso lo pierde. Cuando Velázquez y Araujo son superados dos contra uno, cuando los volantes están tan lejos de los defensores como de los delanteros. Cuando se empeña en ser un equipo largo, que le dicen...
Sabemos que hay cosas que corregir, pero advertimos que el crecimiento es día a día, y lo es en lo individual –la llegada de Somoza, la evolución de Izquierdoz, González, Acosta y Melano, la promesa de Monteseirín, Barrientos y Pasquini y la presencia del Pelado Silva, el dueño de las cámaras en todos los partidos, el que marca diferencias tanto en el área para definir como en tres cuartos para hacer convertir a sus compañeros. Es más fácil corregir en las victorias, es mejor trabajar sin la angustia de los malos resultados, sin el técnico en la picota, sin la reprobación de la parcialidad, con las cuentas al día.
Lanús avanza en la doble competencia y para el cuerpo técnico es la hora de tomar decisiones inteligentes. Acaba de iniciar una secuencia agobiante de cuatro partidos en quince días, el resultado le da la chance al entrenador de mandar a Chile un equipo alternativo. Pero de hacerlo cambiaría la prioridad, no sería lo ideal, porque muy posiblemente, luego tendrá que afrontar una secuencia de tres partidos con River a todo o nada, para avanzar a la semifinal, clasificar a la próxima edición de la Copa Libertadores como el equipo argentino mejor colocado en la Sudamericana y seguir peleando en la vanguardia del torneo local. Se impone tratar de sostener a los titulares y cambiar sólo a aquellos que estén lesionados, suspendidos o necesiten imperiosamente ese descanso. Es decir, tratar de hacer la menor cantidad de cambios posibles, con el objeto de continuar ajustando las cuestiones colectivas que aún persisten, para seguir sumando en ambas competencias.
Mientras tanto, es lindo ver al Granate afianzado en el terreno internacional, un habitué de las competencias continentales que se merece largamente animar las instancias finales. Esta vez sí, parece que justificadamente, podemos ilusionarnos como chicos, cortar pastito, poner agua, a ver si esta vez, por fin, vienen los Reyes.