por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comTodo puede pasar en el fútbol argentino: Al cabo de la sexta fecha, con casi un tercio de torneo disputado, el equipo que en el análisis previo menos chances tenía, Argentinos Juniors, armado a lo Caruso, con jugadores sin experiencia en primera división y tremendamente comprometido con la perdida de la categoría, la que mantuvo de manera milagrosa al cabo del primer semestre, es el único puntero con trece unidades. Uno de sus seguidores, Arsenal, que cambió la mitad de su plantel y tampoco sumó figuras rutilantes, suma 12 y se mantiene invicto. El Boca de Bianchi, al que todos consideraban máximo candidato al título, con las incorporaciones de Gago, el Cata Díaz y Gigliotti entre varios otros, fue bailado y goleado en Bahía Blanca por el humilde Olimpo, que hasta ayer no había ganado, solo había logrado dos empates con tres derrotas y apenas había convertido tres goles y recibido nueve. Dando vuelta la tabla aparece Racing, otro de los grandes animadores según la óptica previa de los especialistas, último sin victorias, con apenas dos empates como magra cosecha, con tres goles a favor y once en contra, que no pudo derrotar a Lanús, al que con la ayuda de un impresentable arbitraje de Carlos Maglio vencía por 1 a 0 a cinco del final. El quipo granate, con nueve hombres, en la cancha más ancha del país, con un terreno pesado y anegado logró poner a su lateral izquierdo, Maximiliano Velázquez, sin marca, cara a cara con el arquero Saja para lograr un empate heroico.
Este choque del sábado por la noche entre la Academia y los Granates resultó lo más atractivo de una fecha que tuvo varios ingredientes y situaciones equívocas que merecen alguna reconsideración. Después de un primer tiempo de ida y vuelta en el que Racing fue superior, aunque Maglio -a instancias de su colaborador Adrián Fonzo- le anuló un gol a Lanús
señalado por Lucas Melano, quien había partido perfectamente habilitado para recibir un pase profundo de Somoza y luego de eludir a Saja marcar lícitamente. En esa etapa inicial, en un terreno muy resbaloso donde ambos equipos se excedieron en la pierna fuerte, Maglio mostró la primera amarilla a 5 minutos del final, y como suele ocurrir en estos casos, eligió sancionar al pibe Nicolás Pasquini, del equipo visitante, en una acción en la que ni siquiera había existido falta alguna. La etapa concluyó en cero, con paridad en las llegadas, aunque con superioridad en el juego para el local.
El complemento fue sumamente accidentado. A los 2 minutos se interrumpe el partido por un corte de luz, algo que se da cada vez más frecuentemente y que no se condice con la relevancia de un espectáculo que concita enorme atención de televidentes de todo el país. 24 minutos después se reanudan las acciones, y como era previsible, Pasquini pecó de falta de experiencia e innecesariamente obstruyó a un rival, lo que fue penado puntualmente con la segunda amarilla y la correspondiente expulsión. Hasta entonces, Lanús se mostraba mejor y Racing parecía sentir el trajín, pero de allí en más el hombre de menos fue determinante. Guillermo Barros Schelloto, con la sana intención de ganar el partido eligió mantener los tres de punta, pero pagó por el sector donde ya no estaba Pasquini, y el local sacó ventaja con un mano a mano de Vietto que rechazó Marchesín y la fortuna jugó para Racing: la pelota rebotó en Araujo y se fue al fondo del arco.
En desventaja en el marcador y con un hombre menos, Lanús sacó a relucir su temple y fue a buscar el empate, dando enormes ventajas que Racing no pudo aprovechar. A quince minutos del cierre se produjo un incidente determinante: luego de un forcejeo con Araujo, Cahais se dejó caer simulando un golpe, en tanto Villar metía un pase profundo con destino de gol que Izquierdoz interrumpió en la zona media e inició una contra que concluyó con un remate de Melano que se estrelló en el caño derecho de Saja y que el propio Izquierdoz arrojándose al piso no pudo definir. Todo Racing se fue sobre el caído, principalmente el arquero y capitán, quien a punto estuvo de agredir al indefenso jugador granate. Una vez más, Maglio favoreció al local: Afuera uno por bando, Goltz y Ortiz, en tanto Saja siguió en cancha lo más tranquilo. Pero Lanús siguió yendo al frente y a cuatro del final llegó patriada del Pulpito González y el pase para Velázquez, quien con excelente definición cruzada al segundo palo decretó el justo empate final que tuvo sabor a derrota para Racing y a victoria para Lanús.
Para finalizar, volvamos sobre la acción que generó el tumulto que culminó con las expulsiones de Goltz y Ortíz. En los últimos años, y a espaldas del reglamente que dice que ante la caída de un jugador es el árbitro quien está facultado para detener el juego, los futbolistas exigen de sus rivales que arrojen la pelota afuera para permitir la asistencia del compañero caído, en la mayoría de los casos fingiendo una lesión. No hacerlo es considerado por como una actitud antideportiva de parte de un colega, pero no los es arrojarse al piso para hacer pasar el tiempo cuando el marcador es favorable. Lo insólito del caso es que fue Villar quien primero no la arrojó, y en cambio le recriminaron a Izquierdoz por continuar jugando luego de interceptar el pase del volante local. Resulta hasta gracioso que a punto estuvieron de golpearlo en el piso por deshonrar de ese código no escrito que solo sirve para sacar ventaja. Exigir del rival semejante actitud en un medio donde la incorrección es considerada como una viveza, es tomarnos a todos por estúpidos.