jueves, 5 de septiembre de 2013

Esperando al zurdo

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Lanús cerró la quinta fecha del Torneo Inicial con un triunfo sobre Olimpo, el único resultado que le servía, y lo hizo con contundencia por 3 a 0. Como muchas veces ocurre, el resultado bien pudo haber sido otro de acuerdo a algunas situaciones que a punto estuvieron de ocurrir. Contra los pronósticos, Olimpo manejo el mejor el balón hasta la mitad de la primera etapa, e incluso tuvo un par de situaciones muy nítidas para convertir, una de ellas fue antes de cumplirse el quinto minuto de juego, un cabezazo llovido de Pérez Guedes que devolvió el palo derecho de Marchesín. Durante ese lapso  Lanús no pudo manejar la pelota acuciado por los males de siempre: Equipo largo, de líneas muy distantes entre sí. Olimpo tuvo un acierto, y es haber superpoblado la mitad de la cancha, el talón de Aquiles del sistema de Guillermo: Con los tres delanteros demasiado lejos y de espaldas al arco rival, los tres volantes granates eran superados por  los cinco que ponía la visita en la franja que separa la línea media con los cuatro del  fondo. Por eso, la pelota no salía limpia y por momentos la defensa pasó más de un susto por desconcentraciones innecesarias, por irse del partido. Si Olimpo hubiese convertido alguna de las que tuvo, la historia bien pudo haber sido otra. Pero la visita no logró la apertura que por momentos mereció, y Lanús, a fuerza de garra y disposición para revertir la situación, en los veinte minutos finales empezó a pararse en campo contrario.  El equipo bahiense cometió el mismo error que cometió Belgrano en la fecha inicial -el partido de ayer fue un calco de aquel del debut- que no pudo sostener la posición de igual a igual para pasar a esperar más cerca de su área. Con bastante fortuna, Lanús pudo cristalizar lo que ya merecía en el minuto final, una buena apilada de Barrientos que estiró una gambeta para dejársela a Acosta, que llegaba con potencia y con todo el panorama del arco para fusilar a Champagne.
El ataque granate está un escalón arriba del resto del equipo. La línea de fondo suele tener
altibajos, casi siempre le ocurre en los arranques de cada tiempo, pero es sin dudas una de las mejores y más ordenadas. El medio es el sector a resolver. Es hora de discutir si a esta altura vale la pena sostener el esquema de tres atacantes netos, teniendo en cuenta principalmente que entre los seis delanteros que el técnico tiene a disposición no hay un solo zurdo: El diestro puede jugar por izquierda en la zona media, con más espacio puede enganchar para su pierna y meter la pausa, pero es casi imposible para un delantero con pierna cambiada doblegar en velocidad al último marcador y llegar a la línea de fondo para tocar atrás con la pierna boba y hacerlo con  precisión. Acosta puede jugar por derecha, y Melano también. Uno sobra. Y ese que sobra falta en el mediocampo, que normalmente queda en inferioridad y pierde la pelota, por lo que  la defensa retrocede para no quedar a mitad de camino y entregar la espalda, y así llegamos al equipo largo, la madre del borrego, el punto flojo de la idea de Guillermo. Cuando recupera y responde, así largo como está, recurre al pelotazo a la bocha de Silva, que siempre se las rebusca para sacar partido de las divididas. Eso sucede a causa de los muchos metros que separan a las líneas, es por eso que de tanto dar pases a dividir, de tanto perderla, el fondo recurre al zapallazo expeditivo. Cerca del arco rival, la categoría de los jugadores de Lanús alcanza para generar peligro y convertir: Hay caminos predeterminados: Centro de Velázquez, desborde y toque atrás del Laucha, centro a la cabeza para el Cali Izquierdoz, media distancia de Ayala. De pases y toques cortos, nada de nada: Y sin embargo, el gol que quebró el destino del partido fue con Barrientos entrando al área con la pelota al pie y muy atento para frenarse y ceder al Laucha el remate final desde mejor posición: Gol en tiempo de descuento y al descanso, el que lo convierte desata un carnaval en el vestuario, el que lo padece encuentra el suyo hecho un lamento.
Sin embargo, en el complemento se repitió la secuencia: Un inicio con dominio de Olimpo y a partir de los 25’, con más espacios, Lanús lo liquidó por el peso de las individualidades. El partido se definió a los 25 minutos del segundo tiempo con un tanto con sello a lo Lanús, pase medido de Velázquez al área chica, toque magistral de Ismael Blanco, que esta vez no desentonó, y se cerró el partido dos minutos después, también con otro de los argumentos típicos de este equipo: Desborde de Acosta, la figura de la cancha, pifia de Silva y llegada de Pasquini en soledad para definir con un toque corto. Como ante Belgrano, los quince minutos finales estuvieron de más. Pero antes del segundo gol, tal vez preocupado por el dominio de la visita, Guillermo Barros Schelloto  metió un doble cambio significativo y aleccionador: Afuera Melano, quien sufrió la pierna cambiada, y adentro Chávez; que a los pocos minutos sintió un tirón y dejó su lugar a Ismael Blanco;  afuera Barrientos -ser volante de recuperación no parece ser su condición natural- adentro Pasquini, por fin un zurdo, a colaborar con Velázquez por su sector, un acierto del entrenador que comprendió que Lanús invariablemente ofrece ventajas por esa banda.
Ahora hay que volver a ir a Avellaneda para vencer nuevamente a Racing, que volverá a encontrarse con su público después de la derrota ante Lanús en el partido de ida por la Copa, y de las derrotas que la sucedieron, incluyendo la revancha en La Fortaleza ya sin Zubeldía. Se trata de tres puntos fundamentales para Lanús, que ya demostró amplia superioridad sobre la Academia, tres puntos que debería obtener con facilidad, si no fuera que estamos hablando del fútbol argentino, un torneo en el que todo puede suceder.