martes, 20 de agosto de 2013

Pequeña orquesta de reincidentes

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

El empate entre Lanús y Estudiantes -1 a 1 en La Fortaleza- que cerró la tercera fecha del Torneo Inicial, al igual que el empate de Vélez en Floresta por el mismo resultado,  confirman una tendencia general que se venía observando desde el arranque: Continúa la paridad, pese a que por primera vez en mucho tiempo mas de media docena de equipos se armaron con perspectivas de campeón. Son los que incorporaron figuras -San Lorenzo, Boca, Lanús- y los que llegaban con equipo armado, y que habían terminado el torneo anterior en alza: Newell’s, Vélez, Racing, otra vez San Lorenzo y Lanús. A ese grupo se le unió River, vaya uno a saber basado en que atributo. Mucho no tenía y sus refuerzos aún duermen en los aeropuertos cuando está por disputarse la 4ª fecha. El resto de los equipos no tuvo acceso a la contratación de grandes figuras, la mayoría apenas si pudo reemplazar a los que se le fueron, y en muchos casos teniendo que confiar en pibes con escasa o nula experiencia en primera. Sin embargo, una vez más, la paridad de fuerzas se volvió a imponer, nadie gana un partido sin luchar, nadie le gana a nadie de manera aplastante.
Racing, con una pila de jóvenes y promisorios delanteros, apenas pudo sumar un punto de nueve y además cayó ante Lanús en Avellaneda en el partido de ida por la Copa Sudamericana. El próximo fin de semana recibirá al siempre dispuesto a verdugo Arsenal, y tres o cuatro días después visitará a Lanús por la revancha. Si no gana al menos uno de esos dos partidos, si no pasa de ronda, será el fin del ciclo Zubeldía y un  volver a empezar, y el que venga recibirá un plantel que no formó. Lo  de Boca zafa por los seis puntos cosechados, sigue jugando tan mal como antes, sigue defendiendo igual de mal. River desnudó que no tiene nada y que depende del aporte de los viajeros perdidos, Teo y Mora,  que están en el limbo de si la guita no aparece…
Vélez arrancó en baja, pero aún no perdió. Apuesta a dar el salto de calidad con Mauro Zárate, años sin jugar. El invicto lo mantiene en carrera, el pobre nivel de juego lo pone en duda. Mientras tanto Gimnasia gana y juega bien, Arsenal se reinventa, Tigre le pega flor de
baile a Racing con grandes actuaciones individuales de varios pibes, Caruso Lombardi saca de la galera a un tal Rodrigo Gómez y otro tal Lucas Rodríguez y convierte al veterano delantero del ascenso Hernán Boyero en  un clon de Ibrahimovich para derrotar por aplastamiento a San Lorenzo en el Bajo Flores con un inapelable 3 a 0. Ojo con Argentinos, ojo con Tigre, también con Arsenal si siguen jugando así, cosa difícil, nadie logra ponerse un escalón arriba del resto porque, está dicho, ninguno le gana a todos y cualquiera le gana a cualquiera. San Lorenzo se quedó con todas las dudas encima, y desnudó su debilidad defensiva, un problema grave,  de lenta y difícil solución que acosa a los candidatos que se reforzaron en los puestos de ataque.
Lanús tampoco pudo consolidarse como gran animador. Jugando de mayor a menor venció a Belgrano con amplitud en el debut, conoció la derrota en Rafaela y anoche ante el Pincha mostró su peor versión en  mucho tiempo. Apelando a los pibes para tratar de zafar el peligroso momento económico que está atravesando, sin Verón, Estudiantes fue un duro rival y tal vez pudo haber resultado vencedor de no haber sufrido un par de bajas importantes durante el encuentro -los dos Jara salieron por lesión- porque Lanús estuvo inusitadamente lejos del arco rival. Con muy buena actitud para la lucha, es justo reconocerlo, pero repitiendo un error colectivo determinante que ya cometiera durante el torneo pasado y que lo obligara a bajarse de la pelea: El equipo se estira demasiado, los tres volantes empiezan a ser superados en número por el rival, uno de los dos delanteros no entra en juego (anoche claramente Romero) las líneas se distancian entre sí y los pases terminan siendo muy largos y demasiado verticales, generalmente pelotas a dividir, la mayoría de ellas pelotas perdidas, con el agravante  de que mientras la ofensiva granate chocaba con una defensa rigurosa por parte de los zagueros pinchas, en  los atacantes de Estudiantes recibían con tiempo y espacio los envíos largos de contra, y los transformaban en aproximaciones ofensivas peligrosas. Es cierto que ganaban uno a cero desde el minuto dos, gol obtenido en una excelente y veloz combinación ofensiva que sorprendió a los defensores de Lanús, una vez más, en babia cuando la pelota estaba en juego. Lanús dependía del Laucha, y el Laucha cuando baja a buscar el balón embarulla. La imagen colectiva e individual volvió a decaer con una actuación tan aleccionadora como preocupante.
El mellizo tiene una idea en la cabeza: El revalorizado 4-3-3 que había muerto en los 70, el que aplicó aquel Brasil de Pelé y que ahora vuelve con el Brasil de Neymar, sin figuras descollantes, un equipo que sabe aplicar ese sistema, que exige jugar en campo rival y con la defensa propia parada en la línea media. Cuando el rival obliga a  retroceder, se retrocede en bloque, y los delanteros pasan a ser los que ocupan el medio de la cancha hasta lograr salir del asedio para pasar a asediar al rival, a meterlo en su campo. Para eso hace falta tener tres volantes bien aptos para la doble función, y tres delanteros bien dispuestos a luchar por la pelota en la salida adversaria. En síntesis, un equipo concentrado, aguerrido y ambicioso, un equipo compacto. Un equipo corto, la quimera del oro del fútbol moderno. Pero si no se consigue jugar como exige la idea, lo aconsejable sería intentar con otra cosa, es decir, un delantero menos, un volante ofensivo más. Mucho para inventar no hay… 
El empate de local ante un equipo de menor cotización y sin grandes figuras abrió viejas y preocupantes incógnitas. Una vez más, es la hora del entrenador. La hora de corregir lo que no va, de revisar lo que se está haciendo mal, esos defectos repetidos y arraigados, antes que sea demasiado tarde y se deje pasar otra oportunidad de hacer historia.