por José Quarracino*
Han pasado las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Al igual que la primera versión del año 2011, hubo multitud de candidatos, sobre todo a nivel distrital, de los que en general sólo se conocieron formulaciones y eslóganes genéricos, y mucha descalificación personal, tanto del campo “oficialista” como del campo “opositor” (en sus diversas presentaciones).No ha pasado una semana del acto electoral, y ya se están comenzando a discutir posicionamientos políticos en vistas de las elecciones que tendrán lugar dentro de dos años, tal como sucedió en la versión anterior.
Lamentablemente, salvo honrosas y contadas excepciones, se piensa muy poco y nada en la Argentina. Casi toda actividad política gira en torno a los cargos que se desean ocupar. Muchos eslóganes, muchas descalificaciones personales, pero no se conoce ninguna propuesta seria ni ningún proyecto de nación que permita superar los desencuentros internos que estamos padeciendo desde hace décadas y que haga posible el ejercicio pleno de nuestra soberanía política, lamentablemente condicionada y frustrada en los hechos, a causa de la dependencia que los argentinos y nuestra patria padecemos en especial desde el año 1976, respecto al capitalismo financiero internacional que es el verdadero dueño de nuestra economía, de nuestros recursos naturales estratégicos y de nuestro crecimiento económico (total y absolutamente financiado por el imperialismo internacional del dinero).
Se habla hasta el cansancio de un modelo “productivo de matriz diversificada”, pero éste sólo exporta soja sin valor agregado; se habla de “construir la república con sus instituciones”, pero nada se dice sobre cómo se va a afrontar la descomunal deuda pública nacional que al día de hoy alcanza aproximadamente la friolera de los 206.000.000.000 de dólares (sin intereses);
se prometen mejoras económicas, pero nada se dice del problema endémico de nuestra economía, con su matriz insumo-dependiente, ni tampoco se analiza la brutal concentración y extranjerización de nuestra economía, iniciada en forma embrionaria durante el Proceso de Reorganización Nacional y consolidada durante la última década, según datos reconocidos por el mismo Indec nacional. También está ausente del debate político la configuración del poder político a nivel mundial, los intereses geopolíticos y geoestratégicos en juego y cuál es el rol que los poderosos del mundo tienen destinado para la Argentina.
En su discurso a la Asamblea Legislativa, el 1 de mayo de 1974, el general Perón afirmó que “nuestra Argentina necesita un Proyecto Nacional, perteneciente al país en su totalidad”, a través de un gran espacio de coincidencia nacional, sin divisiones estériles, inútiles e inoperantes y sin enfrentamientos fratricidas que sólo pueden llevar a la postración definitiva. Es triste comprobar que los argentinos estamos en deuda con esa propuesta.
En definitiva, estamos viviendo en un país idéntico al que Raúl Scalabrini Ortiz describió en 1936, con la mayor parte de nuestra economía en manos de empresas británicas y angloamericanas, con una descomunal e impagable deuda pública, con la mayor parte de nuestras riquezas naturales estratégicas en manos de empresas multinacionales, y con un crecimiento económico ficticio, ya que lo poco que está en nuestras manos y que producimos lo debemos al sistema financiero internacional (el pomposo desendeudamiento declamado sólo existe en la mente afiebrada de quienes lo proclaman).
Lamentablemente, hasta ahora las elecciones primarias han servido solamente para discutir candidaturas y cargos, pero sin que hayamos definido hasta ahora quiénes somos, qué queremos ser y cuáles son las posibilidades de realización de nuestras ambiciones legítimas y nuestro destino histórico como nación. Sin un claro proyecto de nación y sin horizontes estratégicos claros y definidos, las competencias electorales sólo seguirán siendo una vana e improductiva contienda de vanidades, incapaz de poner corte a nuestra postración neocolonial.
(*) Dirigente del Movimiento Primero la Patria