por Marta Santos
Cuando el lunes en el Concejo Deliberante de Lanús se realizó la sesión en que se trataron los expedientes por barrido y recolección de residuos y, con la presencia de trabajadores de Covelia en alguna oficina primero y en la barra después, se dio el resultado previsible. Los expedientes fueron aprobados por 13 a 11 y, como es habitual, los “opositores” massistas: Carlos Barbagallo, Gabriel Di Masi, Cristian Bosio y Griselda Regueira sumaron sus votos positivos al oficialismo.La sesión comenzó tarde y llevó casi tres horas de debate, que fue abierto por el radical Carlos Folino exponiendo todos los motivos por los cuales los pliegos de licitación deberían haber acompañado a esos expedientes. Hizo mención a las declaraciones de Jorge Montero en mi programa (ver nota aparte) y argumentó sobre cada una de ellas. Leyes, normativas y fallos de jueces fueron enunciados prolijamente para demostrar que no se podían aprobar las licitaciones sin el envío de pliegos pero -como expresó Mabel Gagino a los gritos- “Si la oposición quiere participar en la confección de los pliegos que gane las elecciones”. De poco sirvieron las fundamentaciones de Folino –quien hizo una exposición magistral, según varios ediles- ni los aportes de otros concejales como Salvador Baratta, quien preguntó: “¿Por qué no quieren que veamos los pliegos? Cuál es el secreto?”.
Hubo una propuesta originada en Emiliano Bursese: que se aprobara el llamado a licitación condicionado al envío de los pliegos antes que se ofrecieran a las empresas: no la recogieron. Hubo un pedido de tratamiento sobre tablas por el expediente del mismo concejal que está en comisión y que pide expresamente el envío de pliegos: no lo aprobaron. Varias veces se intentó cambiar el eje del debate evocando recuerdos, sensaciones, invocando a la administración anterior…pero los ediles opositores retomaban el ritmo de las objeciones al compás de leyes y artículos.
No obstante no fue suficiente ni lo jurídico ni el enojo de María La Rosa expresando que “se la llevan con pala” y por eso no los quieren dar a conocer. Gagino le pidió que si no tenía pruebas para demostrar lo que decía dejase la banca para que asumiera “un concejal con las pelotas bien puestas para llamar corrupto al intendente”, y desde la barra el dirigente camioner Juan Vanatti gritaba que “en defensa de los trabajadores que envíen los pliegos”. Francisco Malvasso decía que a los trabajadores los amparan los convenios de trabajo, que es el intendente el garante de sus puestos, que “en el pasado había empresarios haciendo reuniones en los bloques con algunos concejales” y que él se retiraba (?). Jorge Schiavone,
Oscar López y Stella Maris García reforzaban lo que se había expuesto desde la oposición.
Jorge Montero cierra los debates habitualmente: Otra vez reafirmó los dichos que había vertido en la radio, inclusive que “había funcionarios de Quindimil que ya sabemos qué hacían con los pliegos y ahora son asesores de Heriberto Deibe (en clara referencia a Jorge Sívori)”.
Nada fue suficiente para que se lograra que los pliegos llegasen. Siguen siendo secretos de estado. Pero lo interesante es que los pliegos son secretos para la oposición pero no para los oficialistas porque ellos mismos reconocieron que han tenido acceso a los mismos. O sea: todos los ediles son iguales pero unos más que otros.
Y cuando antes de la sesión se les preguntó a varios empleados de Covelia por qué estaban en el HCD respondieron: “No sabemos. Sólo se nos dijo que viniéramos todos para acá”.