Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
Como se esperaba, la inflación volvió a acelerarse en junio. El Índice de Precios de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) registró una suba de 1,9% mensual, acumulando un alza de 10,8% en el primer semestre, equivalente a un ritmo de crecimiento anualizado del 22,8%.En la misma línea, según las estimaciones de ocho fuentes privadas compiladas por el Congreso, la suba de los precios al consumidor también fue del 1,9% mensual, superior al promedio de los cuatro meses anteriores (1,5%). En términos anuales, la variación del IPC Congreso trepó al 23,8%, interrumpiendo la desaceleración verificada entre febrero y mayo (23,4%).
Según el IPCBA, los rubros con mayores aumentos durante junio fueron salud (3,4%), fruto de la suba de los medicamentos y ajustes en las cuotas de medicina prepaga, junto con los alimentos y bebidas no alcohólicas y los restaurantes y hoteles (ambos con alzas del 2,7%).
Los alimentos y bebidas volvieron al centro de la escena tras la finalización del congelamiento de precios vigente hasta fines de mayo, el cual dio lugar a una abrupta y generalizada suba en los precios de los supermercados, tal como anticipamos en reportes anteriores. A lo anterior se sumó un salto del precio interno del trigo, que disparó el valor de la harina y sus derivados. Las panaderías denunciaron un alza del 80% en la bolsa de 50 kg. de harina, que pasó de $150 en marzo a $270 a fines de junio, la cual presionó sobre el precio del kilo de pan, que pasó de un promedio de $14 a $20, con un aumento superior al 40%.
Este incremento en los precios del trigo es el resultado de las medidas tomadas para intentar disociar la cotización local de los precios internacionales, la cual volvió a mostrar las mismas limitaciones que los controles que pesaron sobre el mercado de la carne en 2009. A inicios de 2007, la suba de los precios internacionales de commodities impulsó los precios de los cultivos argentinos, a lo que el gobierno respondió con una batería de medidas que incluyó la
creación de permisos de exportación (ROE verde), la implementación de un sistema de compensaciones y, finalmente, el fallido intento de establecer retenciones móviles (Resolución 125).
La principal consecuencia de estas políticas fue una caída de los precios pagados en el mercado local respecto a los internacionales, junto con una brusca disminución de las hectáreas destinadas al cultivo de cereales, en especial de trigo, que en la última campaña alcanzó la menor área sembrada en más de 100 años. Como resultado, la producción de la campaña 2012/13 de trigo fue de 9 millones de toneladas, un 38% inferior a la anterior y casi 40% menor al promedio 2001-2008, siendo una de las más bajas de los últimos 20 años.
La respuesta a la previsible escalada del precio del cereal fue una profundización de las políticas que viene aplicando el gobierno nacional en materia agropecuaria: suspensión de las exportaciones (en este caso de harina), amenaza de la aplicación de la Ley de Abastecimiento, acuerdo con panaderos para vender una parte del pan “Felipe” a $10 por kilo (cuya oferta resulta escasa). Este conjunto de medidas logró aplacar transitoriamente las cotizaciones internas del cereal a fines de junio, aunque en julio volvieron a dispararse, alcanzando nuevos máximos (de hecho, desde el sector prevén precios altos del trigo hasta el ingreso de la nueva campaña, a partir de diciembre).
En julio, prevemos un nuevo incremento de los precios minoristas en torno al 2%, que podría dar lugar a una nueva aceleración de las mediciones interanuales. A la estacionalidad típica del mes derivada de las vacaciones de invierno (turismo), se sumarían subas en combustibles y frutas y verduras (tomate), además de una nueva escalada del precio pan, pese a los controles gubernamentales.
En suma, esta dinámica pone de manifiesto que la desaceleración de la inflación registrada a comienzos del año era de carácter meramente transitorio, confirmando que un cambio sostenible requiere de un reajuste integral de la política macroeconómica.