martes, 16 de julio de 2013

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad 

En los últimos tres meses se ha venido registrando una suave tendencia alcista en las tasas de interés. La tasa Badlar de bancos privados (de referencia de los depósitos a plazo fijo mayoristas) pasó de un 14,5% en marzo a un 17% en julio. Este incremento en el costo de fondeo se ha ido trasladando, a su vez, a las tasas que los bancos cobran por sus préstamos, en conjunto con cierto endurecimiento de las condiciones para acceder al crédito.
El impulso de las tasas de interés provino, en primera instancia, del robusto crecimiento exhibido por los préstamos al sector privado (40,7% interanual), que superó con creces al de los depósitos (35,5%). A ello se sumó, además, un importante incremento en las tasas de las LEBAC (letras emitidas por el Banco Central, en las cuales las entidades vuelcan su liquidez excedente), convalidando la autoridad monetaria la suba de las tasas de mercado. El rendimiento de las LEBAC, que se mantenía estable desde fines de 2012, pegó un salto de entre 200 y 250 puntos básicos en poco menos de dos meses.
Este giro en la política de tasas del Banco Central se dio en el marco de una estrategia más amplia, orientada a moderar las presiones alcistas que se dieron sobre el dólar paralelo a inicios del segundo trimestre. Con esto el gobierno parecía aceptar que, con una inflación superior al 20%, era necesario ofrecer un mayor rendimiento por los depósitos, de manera que los ahorristas acepten quedarse en pesos en lugar de buscar dolarizar sus ahorros. La estrategia para calmar al “blue” incluyó también otra serie de medidas, como la intervención en el mercado de bonos (vía venta de las tenencias de la ANSES, destinadas a bajar la cotización del dólar implícito en el precio de los títulos públicos) o un recalentamiento de la tasa call (como forma de inducir a los bancos necesitados de liquidez a vender títulos públicos y, así, contribuir a la baja en la cotización del tipo de cambio implícito en el precio de estos
activos). Este set de acciones logró, transitoriamente, enfriar la cotización del dólar paralelo, que pasó de un pico de $10 en mayo a ubicarse en torno a los $8 a fines de junio.
No obstante esto, en la última semana el “blue” comenzó a salir del freezer en el que había quedado inmerso en las últimas dos semanas, trepando a $8,35 el viernes, influenciado por diversos motivos. Por un lado, una mayor demanda estacional asociada al turismo (en vísperas de las vacaciones de invierno) y al cobro del medio aguinaldo. Por otro, el escaso interés despertado por el blanqueo de capitales impulsado por el gobierno, tras inicialmente especularse con que el ingreso de dólares por esta vía podría restarle presión alcista al dólar paralelo, absorbiendo los CEDIN parte de la demanda de divisas.
Paralelamente, tras haberse alcanzado cierta estabilidad en la cotización del dólar paralelo, las autoridades frenaron los incrementos en el rendimiento de las letras del BCRA, otra señal tenida en cuenta por el mercado. Ello se enmarca en una mayor injerencia de la cartera económica en la conducción del BCRA, que ya se mostró proclive a compensar el incremento en las tasas de interés activas con mayores restricciones en las comisiones que pueden cobrar los bancos por sus préstamos (algo que, más allá de dar lugar a una caída en la rentabilidad de las entidades, da cuentas de hasta dónde se estaría dispuesto a llevar la suba de las tasas de interés de mercado).
En este sentido, “el partido” del mercado monetario-cambiario se define por la emisión para financiar al Tesoro, concentrada -estacionalmente- en el segundo semestre (un elemento que, elección de por medio, será aún más marcado en este 2013). Durante la segunda mitad del año, la asistencia monetaria al Tesoro (si no se emite deuda o se ajusta el gasto) superará los $ 80.000 millones, lo que implica un aluvión de pesos que deberá ser digerido por el mercado de dos maneras posibles: o el Banco Central esteriliza (reabsorbe) buena parte de esos pesos convalidando una suba de las tasas de interés, o la mayor liquidez se traslada a precios (inflación) y el dólar paralelo. En ese delicado equilibrio monetario-cambiario se definirá la dinámica de esta segunda mitad del año que recién comienza, la cual seguramente se ubicará en un punto intermedio entre estos dos extremos.