por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comUn amigo cercano, un tipo culto e inteligente, uno de esos tantos que increíblemente a dos milenios del Gran Embuste aún sigue proclamando su creencia en Dios, ayer nomás me dijo: “No solo existe. Además le encanta el fútbol argentino”. Y me dejó pensando.
Pienso que hace dos semanas mataron al zurdo Jerez ante las cámaras y de manera alevosa, y que lo único que pasó al respecto es que su asesino ha sido liberado con una carátula que de no cambiar, le asegura una condena leve. El criminal vestía uniforme policial y el estado lo había puesto allí para cuidar a los espectadores. La justicia se encamina a no condenarlo y hasta es posible que pronto vuelva a empuñar armas en las calles de la provincia. Los ecos de la condena pública ante la brutal balacera perpetrada contra los espectadores granates se fueron apagando tras la ruta del acontecer diario. Los responsables solo atinaron a tomar una medida insolvente y pasajera como lo es la de prohibir el ingreso del público visitante, a la que los clubes responden vendiéndole entradas a aquellos espectadores que se declaren “imparciales”.
Pienso también que hubiera sucedido si Argentinos y San Martín hubieran tenido que definir la permanencia con un partido a todo o nada, en el que ninguna de las parcialidades sería visitante. ¿Cómo hubiera sido ese partido? ¿Se habría jugado sin público? ¿O a cancha llena de imparciales? Pienso que en Mendoza, en el partido de cierra del Torneo, Godoy Cruz le vendió entradas a varios miles que una vez ubicados en el sector destinado a los imparciales, al unísono, decidieron festejar el gol del equipo visitante. Hay un largo receso por delante en el que las autoridades nacionales y provinciales -las policías, recordémoslo, son provinciales- deben juntarse y tomar medidas serias para detener la violencia en el fútbol. De no ser así, la muerte del Zurdo no será la última, quedará impune y cuando la próxima víctima en el fútbol
ocupe la escena nacional por algunas horas, terminará en el olvido.
Casualmente, la asociación ilícita que delinque con los colores de San Martín de San Juan, a horas del partido decisivo, visitó a los jugadores de manera intimidatoria y les exigió dinero. No ya para ir a alentarlos, era sabido que no podrían concurrir, si no simplemente un pedido extorsivo de dinero a cambio de no molerlos a palos. Esto se ha convertido en un Circo Romano donde apresuradamente los soldados retiraban el cadáver reciente para darle continuidad y agilizar la matanza que tanto deleitaba a los espectadores de aquellos tiempos, los mismos que aceptaron la idea de la resurrección de Cristo, de la Santa Madre virgen, del Santo Sudario y de todos los fantásticos capítulos que componen el Gran Embuste.
Pienso que mientras se observa una cierta acefalía en la AFA, la que marca la naturaleza de un hombre que sigue cumpliendo años abrazado a un poder que no quiere soltar pero que casi tampoco puede detentar, mientras desde el gobierno nacional no se escuchan voces oficiales -ni oficiosas- respecto de cuales medidas se tomarán para que el fútbol pueda seguir adelante con algo de normalidad y una seguridad mínima, no se, digamos que al menos no te mate quien debería cuidarte, uno tiene la sensación de que la idea es dejar que el receso todo lo calme y quite la atención sobre el tema para centrarla en otros también acuciantes y de mayor relevancia nacional, una nueva noticia que tape la de ayer.
Pienso que por todo esto, hace siete días, en oportunidad del choque entre Lanús y River que siguió al fusilamiento de granates en La Plata, el impresentable Marcelo Araujo, que increíblemente aún sigue siendo el relator principal del Fútbol para Todos aunque no conozca a la mitad de los jugadores de cada equipo, señal de que ya le están faltando algunos en el suyo, tuvo el descaro de pedirle a sus cronistas de campo las alineaciones de ambos elencos para omitir que se estaba realizando el minuto de silencio por la muerte de Javier. Y ayer, lo más campante y con la misma falta de idoneidad de siempre, volvió a liderar la transmisión principal de la última fecha. Pienso que nuestro deber de granates es exigir justicia para el Zurdo y el resarcimiento económico para su familia por la falta del padre que el estado no supo cuidar, y que en cambio fue asesinado por un “agente del orden”.
Con este panorama desalentador hay que decir que concluyó el Torneo Final, que lo ganó justiciera y holgadamente Newell’s, que hasta se dio el gusto de perder de local en la última fecha ante Argentinos -que con esa victoria mantuvo la categoría- y no obstante esa derrota pudo superar por tres puntos a su inmediato perseguidor, River Plate -que le ganó a San Martín y lo mando al descenso. A cinco quedó Lanús, que lideró el Torneo durante la primera mitad, después se desinfló y en los últimos tres recuperó en parte su andar, pero que no le alcanzó para más y empató en 2 goles con San Lorenzo en el Bajo Flores, aunque logró la clasificación a la Copa Sudamericana junto a su rival de ayer, más River, Racing, Belgrano y el ganador de la final entre ambos campeones, Vélez y Newell’s.
Con este panorama desalentador, con muchas dudas acerca de si por fin esta vez harán algo para que el fútbol vuelva a ser la fiesta popular que supo ser, mi amigo concluye diciendo: “Date cuenta, apenas un par de muertos por campeonato. A Dios le encanta el fútbol argentino, es el único motivo por el cual en todos estos años no se repitió la Masacre de la Puerta 12” y se va lo más campante, confiando en que hay otra vida mejor que nos espera después de la muerte.