sábado, 25 de mayo de 2013

A cada quien le llegará su condena

por Omar Dalponte 

nuevospropositos@hotmail.com 

Pese a la insistencia desestabilizadora de algunos sectores y las manganetas de la oposición política, el oficialismo continúa marcando agenda y no pierde la iniciativa. Todos los días da un paso más adelante y sigue avanzando en la consolidación de un modelo que, con sus idas y vueltas, en estos últimos diez años ha cambiado para bien la realidad nacional. La recuperación de la empresa ferroviaria Belgrano Cargas con su probable pase a la administración estatal, la cuestión del blanqueo de dólares, la reforma judicial, el acuerdo por los aumentos salariales y asignaciones familiares, la realización de planes de vivienda y la entrega de unidades ya construidas a cientos de familias, son solo algunos de los logros que últimamente, en su permanente accionar, el kirchnerismo exhibe como frutos concretos de sus políticas en favor del progreso, como resguardo de las instituciones y por la justicia social. 
Por el lado de los desestabilizadores, con sus mascarones mediáticos como puntas de lanzas, los ataques sistemáticos contra el gobierno, y especialmente contra la figura presidencial, son cada vez más ineficaces por la sencilla razón de que tienen como base la mentira. Todas sus acusaciones, al final, quedan flotando en el vacío o paralizadas en los túneles del engaño. Es más: algunas denuncias que en principio pretendieron ser los mazasos finales al kirchnerismo, con el correr del tiempo comienzan a transformarse en bumerangs y ahora comprometen seriamente a ciertos personajes cuyas suciedades despiden olores nauseabundos. Algún periodista “estrella” sirviente de los monopolios, tal vez creyéndose con aptitudes para engañar a todo un pueblo, en su afán de arrojar piedras al gobierno, por tanto escarbar parece que abrió algo parecido a la Caja de Pandora. Ahora, según afirman periodistas investigadores de un medio gráfico habitualmente bien informado, los monstruos
que salieron de esa caja irían a la yugular de tipos como Prat Gay o de fabuladoras crónicas como la doctora Carrió. Tampoco saldrían ilesos individuos como el periodista Marcelo Longobardi y el empresario Francisco De Narváez sobre quienes han circulado informaciones nada favorables en cuanto al manejo empresarial de ambos. 
A veces pasa, como dicen nuestros paisanos, que “la vaca se vuelve toro y te cornea”, y de tanto tratar de hacer daño jugando con fuego, el agresor termina chamuscado. En los próximos días, según información que ya circula por distintos medios, el gobierno nacional se presentará como querellante en varias causas que seguramente levantarán mucha polvareda y probablemente, un puñado de figuras adictas a la difamación y a las denuncias sin pruebas, pasarán momentos no demasiado felices. Posiblemente, a la corta o a la larga, Jorge Lanata tendría que responder en tribunales respecto a acusaciones que habría hecho sin fundamentarlas adecuadamente con elementos probatorios que demuestren su veracidad. 
Cualquier persona que cometa un ilícito debe ser sancionada con todo el rigor de la ley y la condena tiene que ser resuelta de acuerdo a la magnitud del delito cometido. Esto sería lo correcto para que ciertas cosas funcionen bien, pero sabemos de sobra que aquí, ni en casi ninguna parte del mundo, la honestidad tiene garantizada la tranquilidad eterna ni la delincuencia es combatida como corresponde. En nuestro país, y en muchísimos otros países, la justicia no es lo que mejor funciona. Y si a esto agregamos que desde los grandes medios de comunicación, en forma sistemática se lanzan acusaciones sin pruebas y se inventan datos cuya comprobación es imposible, lo único que se logra es crear un estado colectivo de malestar y de dudas. Es cierto también que hoy, en la Argentina, hay un público que para saciar su sed de odio al gobierno nacional y especialmente a Cristina Fernández de Kirchner, le agrada consumir lo que en periodismo se denomina “carne podrida”. Pues bien, esa carne podrida abunda al por mayor en determinados programas radiales y televisivos. De la misma manera diarios de gran circulación, de continuo utilizan todo su potencial en describir una realidad totalmente deformada. 
Llegará un momento en que quienes permanentemente procuran hacer pasar gato por liebre en la información respondiendo a fines inconfesables, difamando y descalificando sin límites a media humanidad, paguen por sus mentiras. Nosotros ayudaremos para que así sea, y cuando llegue ese día estaremos viendo funcionar a la justicia un poco mejor.