por Omar Dalponte*
nuevospropositos@hotmail.com(Octava nota)
En 1580, cuando Juan de Garay, luego de fundar Buenos Aires se interna con algunos navíos por el Riachuelo y amarra muy cerca de donde hoy está el Puente Alsina, podríamos decir que es el momento en el cual se inicia en nuestro territorio lanusense la resistencia para impedir ser colonizados: la luchas de los débiles contra los poderosos. Juan de Garay, aunque se lo haya pintado con esa estampa de gallardo caballero clavando su espada en la tierra prometida con la mirada al cielo, en verdad fue un personero del Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, quien lo designó para que se apoderara de un vasto territorio, disponer de él y administrarlo. En una de sus avanzadas destacó a un oscuro personaje, -aparentemente un sargento mayor- llamado Juan Ruiz de Ocaña quien inició el genocidio en nuestro Lanús. Ruiz de Ocaña, al mando de un grupo de europeos, la mayoría españoles, realizó una matanza impresionante que aniquiló miles de indígenas y esclavizó a muchísimos de ellos en las “encomiendas”, siendo él mismo uno de los encomenderos dispuesto a cumplir con una precisa condición: “adoctrinarlos, castigarlos, y ponerlos en policía según y como lo manda su Majestad” (2).
Los conquistadores, con mejores pertrechos y con la ventaja de disponer de arcabuces - ya se había inventado el arcabuz a mecha y el arcabuz de rueda- armas infinitamente superiores a las flechas, lanzas, boleadoras y cualquier otro elemento de guerra rudimentario utilizado por los indígenas, produjeron tantas muertes que por tal motivo, el Río Matanza lleva ese nombre. La misma denominación, por igual trágica razón, heredó el actual partido de La Matanza. De este genocidio y de estas luchas rescatamos la figura de Telomián Condié, el cacique grande ( o tubichá guazú) y de su pueblo masacrado. Telomián es un antepasado emblemático de las luchas por la liberación en esta región y junto a sus hermanos, que en definitiva fueron los nuestros, han sido los primeros mártires de Lanús, presos y muertos bajo la ferocidad de los invasores. Juan Ruiz de Ocaña, el conquistador asesino, a quien alguien con mejor voluntad que información menciona como el primer industrial en nuestra zona, fue en realidad un antecesor de los genocidas que durante gran parte de nuestra historia secuestraron, torturaron y asesinaron, siendo los más cercanos al presente, cuya actuación ha sido de una crueldad
incomparable, los Massera, Videla, Agosti, Galtieri, Camps, Viola, Astiz, “Tigre” Acosta y tantos otros cómplices responsables de miles de desapariciones y muertes producidas por la dictadura cívico-militar que asoló a nuestro país gran parte de la década de 1970 y hasta principios de 1983.
Desde aquella época lejana hasta mediados del siglo diecinueve el desarrollo poblacional en esta zona fue muy lento. Caminos polvorientos parecían cicatrices en medio de un paisaje desértico donde sólo ramilletes de viviendas precarias, en las cercanías de las grandes chacras y estancias, se habían asentado con la pretensión de ser futuros pueblos. Es alrededor de 1850 donde comienza a tomar forma de pequeño poblado nuestro territorio con caseríos agrupados en diferentes puntos de lo que hoy es Lanús y alguna que otra casona plantada en la antiguedad. La decisión de Anacarsis Lanús de adquirir grandes fracciones de tierra e instalar una chacra con vivienda, luego construir la iglesia llamada Santa Teresa, un hipódromo y más tarde donar terrenos para un apeadero que sería después la estación del ferrocarril, ayudó mucho al nacimiento y posterior desarrollo de nuestro Partido. Anacarsis Lanús fue un terrateniente mitrista proveniente de una familia originaria de los Bajos Pirineos franceses que incrementó su fortuna como proveedor del ejército durante la guerra con el Paraguay. Pero no cabe duda que también fue hacedor de cosas, un pionero con recursos dada su condición de empresario acaudalado al que los negocios a veces le fueron bien y otras no tanto. En 1875 fue fundada Valentín Alsina y el 20 de octubre don Guillermo Gaebeler puso la piedra fundamental de la Villa general Paz que posteriormente sería la zona céntrica de Lanús Este. Desde la llegada de los Lanús (o Lanusse) pasando por la obra de Gaebeler y las realizadas por otras personalidades como Caraza, Plaul, Martín Fernández y tantos otros, existe abundante material escrito, especialmente el que ofrece el libro “Del Pago del Riachuelo al Partido de Lanús” que, en nuestra opinión, es una obra de consulta obligada. Asimismo, sobre la lucha por lograr nuestra autonomía del partido de Avellaneda que abarca el período comprendido desde principios del siglo veinte y el año 1944, también hay trabajos muy completos entre los que se destaca “Lanús Municipio” del prestigioso académico Dr. Emérito Gonzalez.
Transitar por caminos ya recorridos con aciertos y desaciertos por muchos autores profesionales o simples aficionados seguramente nos llevaría a repetir información e insistir con un relato demasiado conocido. Por lo tanto, a manera de conclusión del presente trabajo, nos limitaremos a reflexionar y exponer sobre personajes y situaciones que tienen que ver a partir de la autonomía de Lanús. La independencia de Lanús no habría sido posible de no haber ocurrido la revolución patriótica del 4 de junio de 1943. Si a Ramón S. Castillo hasta esa fecha presidente de la Nación (4) lo hubiese sucedido Robustiano Patrón Costas mediante el fraude que se había preparado, Alberto Barceló y el conservadorismo, en ese momento dueños absolutos de la provincia de Buenos Aires y de Avellaneda, fortalecidos y con mayor poder, jamás habrían cedido parte del territorio de esta localidad. Pero con el golpe militar patriótico del 4 de junio de 1943, felizmente, los planes conservadores no pudieron llevarse a cabo.
El general Edelmiro J. Farrel, vecino de Lanús, partidario de la autonomía y presidente de la Nación fue una pieza clave para resolver la cuestión. El coronel Perón, vicepresidente de la República, sabía que darle entidad a Lanús, ya por aquel entonces ciudad de gran concentración obrera, favorecería a su proyecto político tal como finalmente ocurrió. Juan Ramón Piñeiro, hombre de Lanús y de confianza de la revolución, con pergaminos suficientes como para tomar el timón del nuevo Partido, fue la persona ideal para organizar el municipio y comandarlo en una primera etapa. El 23 de septiembre de 1944 el presidente Farrel firmó el decreto correspondiente y seis días más tarde el gobernador de la provincia de Buenos Aires, general Juan Carlos Sanguinetti, hizo lo mismo. Así, el 29 de septiembre de 1944, quedó resuelto el tema de la autonomía de Lanús, hasta entonces parte de Avellaneda y nació el nuevo partido con el nombre de “4 de Junio”. Piñeiro asumió como comisionado organizador del nuevo partido el 1° de enero de 1945 y en ese acto estuvieron presentes el presidente Farrel, el vicepresidente Perón y el ingeniero Roberto Miguel César Vanetta que reemplazó en la gobernación de Buenos Aires al general Sanguinetti.
(*) Director del Museo Municipal