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lunes, 15 de abril de 2013

El fantasma de Malingas



por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com


Cuando el cielo granate se oscurecía dramática e inevitablemente, cuando se jugaba el minuto 93 del encuentro ante All Boys que estaba empatado en 1, Lanús recibió la ayuda divina que casi siempre le fue esquiva, la aparición sobrenatural de Roberto Jiménez Jiménez, el delantero peruano que pasó por Lanús como un fantasma, que jugó 8 fracciones de partidos en el segundo semestre de 2007 y que convertió el que quizás fue el gol más importante para la consagración del Apertura de ese año, es decir, nada menos que la página más gloriosa de la historia deportiva del más grande del sur. Entonces Lanús no había encarado aún la recta final que lo llevaría al título. Después de un arranque flojo y con Chiquito Bossio en la cornisa, aquel inolvidable equipo de Ramón Cabrero en las fechas 4ª y 5ª Lanús venció a Olimpo en La Fortaleza y a Banfield en su cancha de Lomas, ambos por dos a uno, con Chiquito como figura, sacando dos pelotas fundamentales de uno de los ángulos, una en cada partido. Por la 6º venció de local a Gimnasia de Jujuy por 2 a 0. Luego empató en cero con Newell’s en Rosario y por la 8ª venció 4 a 3 a San Lorenzo, una gran victoria granate en La Fortaleza para ponerse en carrera detrás del por entonces firme líder Independiente. La racha ganadora se cortó en la 9ª fecha en Núñez, donde cayó claramente ante River por 3 a 1. En aquel segundo semestre de 2007 el equipo de Ramón afrontaba también la Copa Sudamericana, y tres días después de perder ante River superó al Vasco da Gama de local por 2 a 0. 
Entre ese partido y la revancha en Brasil, donde el Vasco le metería tres goles y lo eliminaría de la competencia internacional, Lanús recibió a Estudiantes con equipo alternativo y lo venció milagrosamente con el famoso gol del hombre nacido en la ciudad peruana de nombre escalofriante por el que se lo conoce, gol convertido en el minuto 93 con una patriada solitaria del peruano, un gol que significó una victoria que lo dejaba en posición expectante, porque ya se empezaba a caer Independiente. El recuerdo del gol de Malingas, el nuevo talismán que en forma de grito
agónico acudió en la noche del sábado pasa salvar a Lanús, guiando los pasos de Romerito para enganchar en la puerta del área y mandarla al fondo de la red -también en el minuto 93- cuando el equipo de Guillermo Barros Schelloto más lo necesitaba. Si aquella de 2007 fue una victoria para seguir en carrera, ésta sirvió para reafirmar y sostener un liderazgo absoluto con un resultado a favor inmerecido, jugando de mayor a menor y habiendo estado a punto de perder ante el once de Floresta, evitando un empate que no auguraba nada bueno. No fue una victoria a lo campeón, pero fue una victoria de campeón, uno de esos triunfos afortunados y oportunos que siempre obtienen los que al final se alzarán con el título.
El talismán Malingas llegó para encaminar a Lanús cuando a punto estaba de obtener su tercer empate consecutivo, tres puntos sobre nueve, magra cosecha baja punteros. El gol de Silvio Romero fue la única situación que Lanús generó en el segundo tiempo, tal vez los peores 45 minutos de Guillermo como técnico, siendo superado en el juego por All Boys y exhibiendo impensadas fallas defensivas, algo que viene ocurriendo desde el partido ante Quilmes, desde que desde Venezuela llegó el hermano gemelo de Vizcarrondo a ocupar su lugar en la zaga de Lanús, ese hermano que nunca jugó en primera. Desde entonces, Goltz se viene desbocando muy seguido, Velázquez se olvida de volver, Araujo paga alto precio por su falta de fútbol y el equipo fue perdiendo la solidez defensiva que sustentaba su dominio y por lo tanto e indefectiblemente se empezaba a desmoronar. La victoria obtenida talismán en mano en el minuto 93 salvó la ropa y la punta, pero el resultado no alcanza para disipar las dudas que la actuación granate debe haber dejado en la cabeza de su entrenador. Dicen las malas lenguas que victorias como la del sábado se valoran mucho más al final del campeonato, porque son los golpes de suerte que todo campeón suele tener en su camino al título, siempre y cuando sirva para alertar sobre lo que se viene haciendo mal y se tomen las decisiones más acertadas para lograr corregirlo. Solamente apoyado en la fortuna, nadie se consagra campeón en la Argentina
El arranque del partido había sido de ida y vuelta, pero fue Lanús el que más y mejor atacó, pese a que le costó dominar el balón e imponer juego de precisión en el medio campo. All Boys insinuaba, pero Lanús atacaba con más gente, y con Romero y Regueiro enchufados más la pegada de Ayala llegaba con mucho peligro. En un error de la defensa visitante al rechazar mal una pelota parada, desacierto generado por un taco de Blanco en el primer palo -su participación ofensiva más destacada de la noche- Regueiro sacó la ventaja al fusilar a Cambiasso. Antes y después, Silvio Romero a punto estuvo dos veces de marcar. Sin jugar bien, el local había sido superior. 
Sin embargo el complemento fue todo de All Boys, con una gran tarea del joven enganche colombiano Montoya Muñóz. Sobre los 22 minutos, en una pelota frontal y fácil de resolver, Vildozo aprovechó una insólita desinteligencia entre Vizcarrondo y Marchesín, y marcó el empate con un frentazo al arco vacío. Sobre esta jugada he leído distintas apreciaciones, y yo también tengo la mía: La pelota no era de Marchesín, debía resolverla el venezolano con una volea a las nubes porque tenía posición favorable sobre el delantero del Albo, pero cuando el largo envío de Soto ya estaba en el aire, la errónea y muy anunciada decisión de Vizcarrondo de cubrir la salida del arquero obligó a Marchesin cambiar de plan y como resultado de eso fue que llegó tarde y Vildozo se encontró con el inesperado obsequio. No obstante aún quedaban por jugarse casi treinta minutos, y a decir verdad, en ese lapso Lanús no inquietó jamás a Cambiasso y en cambio la visita estuvo rondando el arco de Marchesín, sobre todo por las fallas defensivas que tuvieron en el defensor internacional venezolano al abanderado, una actuación más pobre aún que la que tuvo ante Quilmes y que el técnico deberá evaluar, ya que tiene en Izquierdoz un auspicioso posible reemplazante. Pero sobre todo deberá buscar e identificar las razones de este inocultable bajón futbolístico que incluye las últimas tres presentaciones, en las que sumó 5 de 9 puntos cuando parecía que se venía la noche, gracias a que Romerito agarró el talismán de Malingas y ante la insólita pasividad de la defensa del Albo paró la última pelota del partido en la puerta del área, metió un enganche para encontrar ángulo de tiro y la clavó en la red, a la izquierda de Cambiasso para ganar el partido en el último suspiro, postergando la ilusión de millones de telespectadores que simpatizan por los equipos perseguidores, quienes esperaban el tropezón del puntero para subirse a la ilusión de alcanzarlo. Festejado gol de un Silvio Romero que está en su mejor momento y que tal vez podría redituar aún más si el medio campo granate recuperara la memoria reciente y si en su camino al arco no se interpusiera Ismael Blanco, quien de ahora en más, si el Mellizo lo ratifica en su puesto de centro atacante, jugará con la mirada inquisidora de la parcialidad sobre sus espaldas.