lunes, 15 de abril de 2013

Para los inundados $ 400 millones y a la deuda externa U$S 2.300 millones


por Lisandro Martinez*

lisandromartinez47@yahoo.com.ar 

  Los habitantes de Argentina, a esta altura de la inseguridad pública brindada por el régimen político existente, saben que si llueve pueden ahogarse en cualquier barrio del país ya que el gobierno ha decidido ante la contingencia de que llueva “liberar la zona” y no dar protección a nadie. 
¿Esto es parte de una conjura de los dioses contra el pueblo argentino? Bajo ningún punto. No es posible ya que el Papa –formalmente argentino- aunque ahora detente la jefatura de un estado que tiene intereses contrapuestos a los de nuestro pueblo, tiene llegada a uno de los dioses y no permitiría un ataque de la naturaleza aún contra su archienemiga -la ahora beata- Cristina. 
  La buena voluntad del Papa no tiene límites y olvida cualquier ofensa terrenal, basta señalar que “se entristeció al enterarse de la muerte de la baronesa Margaret Thatcher” y en el telegrama que le envió al primer ministro británico, David Cameron, dijo que “él recordaba los valores cristianos que eran la base del compromiso (de la Tatcher) de servicio público y promoción de la libertad entre la familia de las naciones. Confiando su alma a la misericordia de Dios y asegurando a su familia y al pueblo británico un recuerdo en sus oraciones, el Santo Padre pide la abundante bendición de Dios para todos aquellos cuyas vidas ella tocó” (La Nación 8/4/2013). 
  ¿El toque a que se refiere el Papa “argentino” será el de los dos torpedos que le dieron de lleno al crucero General Belgrano provocando cientos de chicos muertos en la zona de exclusión de la guerra de Malvinas? “El Papa peronista” nunca fue un progresista y ahora da fe que un profundo lazo lo une al imperialismo masacrador de los pueblos sometidos.
  Despejada la duda de que el temporal no fue por la ira de los dioses y que ninguna causa natural a esta altura de la civilización puede encontrarnos desprevenidos, la primera conclusión es que es una catástrofe social provocada como el “accidente” de Once por
intereses económicos muy concretos.
  Luego de la feroz dictadura militar, se ha instalado en el país una oligarquía política que explota en profundidad las “ubres de oro” de la nación Argentina no sin antes ofrendar cobardemente al imperialismo una porción sustancial de las riquezas sin límites que extrae del trabajo ajeno. 
  Es muy interesante conocer cómo definen oligarquía los manuales y diccionarios: 1) la oligarquía es un grupo social sin ética ni moral, dispuesta a incurrir en la corrupción y la violencia para sostener su poder, al que considera como un derecho adquirido. 2) conjunto de comerciantes poderosos que se aúnan para que todos los negocios dependan de ellos. 
   La oligarquía que padecemos tiene como protocolo ejercer una explotación furiosa los cuatro años que le corresponden como turno para enriquecerse; al renovarse un nuevo período ese grupo entiende que ha colmado los límites y que su futuro lógico sería la cárcel, por lo tanto tiene que modificar las leyes para evitar terminar sus días en Devoto. El pacto acordado con Menem para que se retirara del ballotage en 2003 ilustra este principio básico de impunidad con el vitalicio de senador, la no investigación de la AMIA y la explosión de la Embajada, etcétera. Por supuesto que todo puede volar por los aires y cuando Menem cumpla 99 años festejarlos en prisión domiciliaria.
  Entonces no son obra de la naturaleza ni de la fábula divina las inundaciones seguidas de muertes en masa: son responsabilidad de los tres niveles de gobierno y de una orientación política de postración frente al imperialismo que le permite al poder político saquear al país. 
  Un ejemplo demoledor es que el impresentable “gobierno nacional y popular” “cuando aún estaba bajando la inundación, anunciaba una nueva confiscación del ahorro nacional, autorizando la transferencia de más de u$s 2.300 millones del Banco Central al Tesoro Nacional para pagar vencimientos de deuda externa. La cifra que al cambio oficial supera los $ 12.600 millones equivale a más de 30 veces el monto de $ 400 millones que dos días después CFK anunciaba por cadena nacional como ‘ayuda’ para los trabajadores afectados por las inundaciones. Según datos oficiales, los daños patrimoniales en más de 58.500 hogares afectados superan los $78.000 por vivienda, es decir que el resarcimiento para cubrir solo una parte de los daños sufridos por los trabajadores es de $ 4.500 millones.” (Sergio Szulman, economista). 
  Debido a esta barbarie de la “Urbanización descontrolada”, donde el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y concejos deliberantes permitieron que los especuladores inmobiliarios provoquen el colapso de la infraestructura existente, no nos tapa la caca todavía de pura suerte. Ese permiso de construir sin control valió oro para los que lo concedieron. A los partidos políticos que estuvieron presentes y que no abrieron la boca frente al latrocinio les cabe el señalamiento del padre del teatro político, Bertold Brecht: “El que sabe que se va a consumar un crimen y no lo denuncia es un criminal”.
   El gobierno de la oligarquía no quiere reconocer los 500.000 juicios ganados por los jubilados y el 82% para todos, por eso también pretende cercenar las libertades públicas quitando el derecho de presentar medidas cautelares.
  Esta reforma del estado, el control de los tres poderes, el intervencionismo y el arbitraje permanente son otra expresión más del derrumbe del Modelo que comenzó su gestión bajo la invocación de “poner en pie a la Burguesía Nacional” y para eso tomó por asalto el Tesoro Nacional y todas las cajas de jubilaciones.
  Algún “ingenuo” pensará que el gobierno se está saliendo con la suya. El congelamiento de precios es una farsa. La oligarquía no tiene una salida estratégica porque no la tiene el imperialismo y porque la crisis del capital termina en catástrofe si no es que la clase obrera organizadamente le da una salida humana.
  El gobierno y la oposición que votaron el presupuesto sin insumos hospitalarios ni aumentos salariales, que dejaron se pudra la infraestructura sin obra pública, dan la pista que conduce a los motivos de la catástrofe. 
  No es la lluvia la responsable sino un régimen moribundo. Ayudémoslo con la eutanasia social.
  (*) Miembro del Partido Obrero