por Omar Dalponte*
nuevospropositos@hotmail.com(Tercera nota)
El 22 de mayo de 1810, jornada fundamental en aquellos días decisivos previos al 25 de Mayo, de acuerdo a lo que se informa en diversas publicaciones Juan José Castelli pudo haber sintetizado de esta manera el pensamiento de los patriotas: “Si no hay rey en España, han caducado las autoridades que de él dependen, por lo cual la soberanía debe volver al pueblo, y es el pueblo el que debe votar para formar juntas de gobierno , como se hizo en España”. También, Felipe Pigna, en su libro “1810 La otra historia de nuestra Revolución fundadora” citando a A.J Amuschátegui, nos dice que las palabras de Castelli en aquella ocasión habrían sido las siguientes: “Desde que el señor don Antonio, tío de Fernando VII y presidente de la Junta Suprema de gobierno designada por el “cautivo” rey salió de Madrid, ha caducado el gobierno soberano de España. Ahora con mayor razón debe considerarse que ha expirado, con la disolución de la Junta Central, porque además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo de Sevilla, no tenía facultades para establecer el Supremo gobierno de Regencia, ya porque los poderes de sus vocales eran personalísimos para el gobierno, y ya por falla de concurrencia de los diputados de América en la elección y establecimiento de aquel gobierno, que es por lo tanto ilegítimo. Los derechos de la soberanía han revertido al pueblo de Buenos Aires, que puede ejercerlos libremente en la instalación de un nuevo gobierno, principalmente no existiendo ya , como se supone no existir, la España en la dominación del Señor Fernando Séptimo”. Asi se expresaba el insigne orador de la Revolución. Más claro agua. La suerte del virrey Cisneros estaba echada y a partir del 25 de Mayo brillaron nuevos soles que iluminaron y llenaron de esperanzas los amaneceres de la Patria.
A partir de los sucesos de Mayo de 1810, recurriendo a una frase que un presidente argentino
-Juan Perón- pronunció 140 años más tarde, diremos que comenzamos a ser “artífices de nuestro propio destino”. Había que afrontar aquel presente y pensar el futuro apoyándonos en nuestras propias fuerzas, en nuestra imaginación y coraje. Por cierto, en toda gran gesta es posible apreciar hechos objetivos y subjetivos que facilitan o dificultan cada acción concreta. Además, en cada magno acontecimiento, concurren factores que tienen que ver con su realización y posterior desarrollo, con su éxito o su fracaso. El factor humano fue de vital importancia en la preparación de la revolución, su éxito y continuación dentro de un marco internacional nada sencillo. Por eso la relevancia de Castelli, Moreno, Paso, Belgrano, French, Berutti, San Martín y Monteagudo entre tantos otros.
Por eso la importancia de Manuel Belgrano a quien algunos señalan como nuestro primer economista e introductor de la idea fisiocrática en el Rio de la Plata (1). “Todas la naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no solo el darles nueva forma, sino en atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo y después vendérselas” (Belgrano: Memoria del 14 de junio de 1802 definiendo su posición industrialista).
Ya en 1787 había sido inventado el barco a vapor y uno de ellos, el “Druid”, arribaría a nuestro puerto pocos años después de la Revolución de Mayo. Este avance en la navegación intensificaría el intercambio comercial y cultural entre nosotros y otras partes del mundo, cosa que fue advertida por los patriotas que tenían en mente un futuro que contemplara el desarrollo industrial. No es para nada casual que el 25 de noviembre de 1815, despúes de haber pasado la Primera Junta, la Junta Grande, el Primer Triunvirato, el Segundo Triunvirato, la gestión de los Directores Gervasio Posadas y Carlos María de Alvear y estando en funciones el Director supremo Ignacio Alvarez Thomas, se constituya la sociedad integrada por Juan Manuel de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero y Luis Dorrego “formalizando un contrato para faenar carnes saladas” en el paraje “La Higueritas” en el entonces partido de Quilmes. Vale informar que dicho paraje, ahora una populosa barriada, luego de sucesivas divisiones territoriales está ubicado en la localidad de Monte Chingolo dentro del actual partido de Lanús, y que parte del edificio del saladero de Rosas aún se conserva y se halla en la calle Magdalena N° 946 siendo una referencia histórica obligada en nuestra ciudad.
Pasarían muchos años y ocurrirían innumerables acontecimientos hasta que, como señalamos al principio de esta serie de notas, en abril de 1852 se fundó el partido de Barracas al Sur que más adelante se convirtió en el partido de Avellaneda. Algunas décadas después, a partir de 1880, en la zona cercana al Riachuelo se establecieron los primeros frigoríficos: “ La Negra” ( que había sido una vieja grasería) “La Blanca”, “El Argentino” y el “Anglo”. También, se fueron instalando varios establecimientos industriales como La Compañía General de Fósforos, jabonerías, talleres metalúrgicos, fábricas de velas, curtiembres y un poco más adelante, en 1905, la cristalería Papini . En Valentín Alsina, localidad vecina muy cercana, hoy perteneciente al partido de Lanús, el saladero de Anderson se convertiría con el correr del tiempo en el frigorífico “Wilson. (Continuará).
(*) Preside la Comisión de Estudios Históricos de Lanús.