De campera negra y de espaldas: Santiago Hernández; de frente, de campera roja: Gildo Onorato, cuando eran amigos. |
¿Un caso de «vuelto» de la mafia que opera en el municipio?
¿O la echan por investigar facturaciones a amigos y subsidios?
Hay movimientos «telúricos» importantes en el universo municipal, mientras se avecina el regreso de Karina Nazabal a la Secretaría de Políticas Sociales.
Al próximo retorno de Santiago Hernandez al área que maneja las Coperativas Argentina Trabaja, ahora hay que sumar la destitución de una funcionaria karinista. Se trata de Belén Onorato, despedida por estas horas como subdirectora de Contaduría. Esta es hermana de Gildo Onorato, el lider de la barrabrava de Temperley y dirigente del Movimiento Evita.
Unos dicen que a Belén la echaron porque vuelve Santiago Hernandez y éste está peleado con Gildo. Pero también se sabe de muy buena fuente que Darío Diaz Perez y Karina Nazabal, estallaron en llamas porque Belén comenzó a cuestionarles las facturaciones a Nahuel Piquero -un “cooperativista-proveedor” sobre el que ya informará La Defensa- y que la gota que rebalsó el vaso fue que la Onorato comenzó a cuestionar an te el mismísimo Díaz Pérez la lluvia de subsidios que da sin ningún tipo de justificación, como para encuestas socioeconómicas, por ejemplo.
Para tener idea de la trama cuasi mafiosa que se maneja hoy en la Municipalidad de Lanús,
hay que volver sobre la -hoy rota- relación entre Santiago Hernandez y Gildo Onorato. Este último fue el que a pedido de Santiago, quien a su vez obedecía órdenes de Karina, mandó a la barrabrava de Temperley a escrachar la casa de José Luis Pallares cuando el senador vivía en Alsina, y volantearon todo el centro de esa localidad. Este escrache, fue el «vuelto» de otro que hicieron los vecinos contra la casa de Diaz Perez, en la calle Piñeiro, y en ocasión del asesinato de Capristo, el 18 de abril de 2009. El matrimonio gobernante siempre culpó a Pallares de esta movida, por la relación del legislador con la familia Capristo.
Este operativo mafioso del poder en Lanús, no es el único. Cuando en Gerli oeste asesinaron al municipal José Ianone, se le encargó al director Pablo Ragonese, hacer en la prensa un «operativo desprestigio», que consistía en decir que al contador lo habían matado en un ajuste de cuentas y no en un intento de asalto, como si tanto una posibilidad como la otra no constituyera un hecho de inseguridad callejera.
Tambien hubo una volanteada, encargada a los «lacayos socialistas» en contra del gobernador Daniel Scioli en la marcha por el asesinato de Alex Ayala en Máximo Paz y San Martín.
Y como se recordará, entre Mariano Amore y el «periodista» Alberto Calleja, recientemente usaron las cámaras de Monitoreo municipal, primero para espiar y luego para escrachar a manifestantes y concejales.