sábado, 23 de febrero de 2013

Retazos históricos


por Omar Dalponte* 

nuevospropositos@hotmail.com

(Segunda nota)
Concluímos nuestra nota anterior diciendo que procedentes de Europa y de otras latitudes, a partir de la conquista por parte de los españoles iniciada por Solís en 1516, continuada por Pedro de Mendoza en 1536 y por Juan de Garay en 1580, habían arribado a nuestras playas personas de distintas culturas, con diferentes ambiciones y por distintos motivos. Muchos de los que llegaron se quedaron para siempre. Entonces fue inevitable la unión con quienes ya habitaban estas tierras: los pueblos originarios.
De aquella mezcla de tantas culturas diferentes - es sabido que la región se fue convirtiendo con el paso de tiempo en el hogar de grandes, medianos y pequeños propietarios, colonos, puesteros y ovejeros de distintos países- se fue modelando nuestra cultura y realizando su síntesis. Cultura que aún conserva en sus entrañas tantos matices cuyas procedencias se ven reflejadas en la forma de vestir, en la gastronomía, en la edificación de las viviendas en las ciudades y los barrios,en el arte, la religión, el deporte, los trabajos rurales, la industria etc. Un territorio con millones de cabezas de ganado cimarrón, con suelo y clima excelentes para la siembra y otros emprendimientos, sin duda aparecía como una propuesta irresitible a las necesidades y ambiciones humanas. Cada quien con su impronta fue llenando aquella inmensidad 
100 años después del establecimiento de los Kilmes, en agosto de 1776, sería creado el virreinato del Rio de la Plata que, desde Cevallos hasta Cisneros fue gobernado por once virreyes. Con los acontecimientos ocurridos en 1810, la Revolución de Mayo y la creación de la Primera Junta, concluyó el ciclo de los virreyes y comenzó una nueva etapa. Por su posición estratégica y sus riquezas que garantizaban un futuro magnífico, estas tierras de América del
Sur fueron siempre un bocado apetecible para las potencias colonialistas que, ante cualquier oportunidad y con cualquier pretexto, más de una vez, por distintos medios y con diferentes métodos ( la guerra, la penetración económica y cultural etc) intentaron tomarla por asalto. En el caso de nuestras Islas Malvinas -desde 1833 hasta el presente- lograron hecerlo y la lucha por la recuperación de las mismas ha sido, desde el momento mismo de su ocupación por Inglaterra, un tema principal para los argentinos comprometidos con la causa nacional . Las Invasiones Inglesas, Malvinas y muchos acontecimientos ocurridos en nuestros país durante estos 200 años precedentes son claros ejemplos que respaldan nuestras afirmaciones. Enumerarlos excede la pretensión de este trabajo que referimos solamente a un determinado segmento de la historia de una región pero, para cumplir con nuestro propósito, consideramos que resulta necesario comentar ciertos hechos centrales. 
Antes de los sucesos de Mayo de 1810, primero en 1806 y luego en 1807, Inglaterra decidió invadirnos pero en ambas ocasiones fue derrotada por las fuerzas patrióticas. No obstante el alto costo que siempre ocasionan las guerras estas invasiones nos dejaron valiosas enseñanzas y permitieron tomar conciencia respecto a nuestras posibilidades en la lucha por la liberación de la patria: a) Fuimos capaces de organizar nuestros primeros regimientos armados para detener y vencer al invasor. b) Entendimos que España no tenía la suficiente fuerza como para proteger a sus territorios en América de las apetencias de otros países colonialistas, por lo tanto, frente a la debilidad de quienes nos sometían y contando a favor con la capacidad de organizarnos, luchar y finalmente vencer, comprendimos que había llegado en estas pampas la hora de que se oiga el “ruido de rotas cadenas” y de vivir “coronados de gloria”. 
Las ideas republicanas nacidas en la Revolución Francesa en 1789 y propósitos emancipadores como los de Chuquizaca y La Paz, sin duda influyeron en el pensamiento de los hombres y mujeres de Mayo para imaginar y organizar un movimiento revolucionario en el Virreinato del Rio de la Plata que en ningún modo fue espontáneo. En un largo proceso previo, enriquecido con nuevas ideas, fue creciendo la disposición de hombres y mujeres por alcanzar horizontes de libertad y los hechos acaecidos en Europa fueron componentes fundamentales, de vital importancia, para el impulso de la Revolución de Mayo. En la primera quincena de mayo de 1810 llegó a Montevideo la fragata “Juan Paris” trayendo una noticia importantísima: el 1 de febrero de aquel año había caído la Junta de Sevilla último reducto de la resistencia española contra Napoleón Bonaparte.(continuará).
  (*) Presidente de la Comisión de Estudios Históricos de Lanús.