por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comAl cabo de la notable victoria granate en Rosario, superando por 3 a 0 a Newell’s ante un estadio colmado por 40.000 hinchas locales que llegaron motivados por el presente futbolístico de su equipo y que se retiraron sorprendidos por la amplitud con que Lanús lo superó, cuesta mucho no caer en la exageración y extralimitarse con el uso de adjetivos a la hora de calificar la actuación del equipo de Guillermo Barros Schelloto, que se suma a lo exhibido en el debut en la Fortaleza ante Colón, también victoria holgada por 4 a 0. Limitémonos por ahora a señalar los datos estadísticos: Disputado el 10% del Torneo Final, Lanús jugó dos y ganó ambos, convirtiendo siete goles sin recibir conquista alguna, ante dos equipos de los pocos que tienen atributos como para pensar en la cima de tabla, cuando la mayoría, incluso los más grandes, vive mirando de reojo la zona de los que luchan contra el promedio del descenso, si es que no esta metido de lleno en ella. A los dos, Lanús los pasó por encima en base a solidez defensiva, recuperación en la zona de medios, entrega precisa y variantes de ataque, atributos netamente de juego, sumado a ese algo más que solo tienen aquellos equipos cuyos integrantes confían plenamente en su entrenador y se apoyan en lo colectivo para potenciar el aporte individual de cada uno.
En los últimos años, definitivamente instalado en el lote de los que viven mirando hacia arriba, Lanús tuvo muchos más buenos inicios que arranques frustrantes. Uno de los peores fue justamente el semestre pasado, con este mismo plantel y cuerpo técnico, y ante los dos mismos rivales que acaba de aplastar, el Grana sufrió dos derrotas ajustadas pero merecidas. De no haber sido así, muy distinta pudo haber sido su suerte en la definición. De cara al Torneo Final, realizó dos importantes incorporaciones en ataque, minimizando la partida de Matías Fritzler, para la mayoría de sus hinchas un jugador irreemplazable, y mucho menos por el hasta entonces irregular Pulpito González, suplente eterno tanto de Pelletieri como del Polaco. Primera sorpresa: El Pulpito fue una de las
principales figuras de estas dos victorias. Lo mismo ocurrió con Silvio Romero, de quien últimamente se había hecho costumbre decir despectivamente que jugaba con un balde en la cabeza. Algo parecido pasó con Maxi Velázquez, a quien además no le perdonaron su paso por Independiente ni sus declaraciones al respecto, a quien daban por terminado, que resultó un valor fundamental tanto en defensa como en ataque, con un pase gol descomunal en cada partido, ambos cruzando la cancha para dejar a Romerito cara a cara con el arquero, ambos terminaron siendo goles determinantes en estas dos victorias iniciales. Si seguimos hilando fino, el propio Marchesín, que hasta no hace mucho tiempo, y cuando aún estaba en formación, era discutido por fervorosos admiradores de Caranta, un arquero que claramente ya no estaba en su mejor momentos. También podemos incluir en la secuencia a Guido Pizarro, a quien se le reclamaba más entrega, mayor actitud y mejor definición, por lo que muchos simpatizantes granates pedían banco para él. Tanto él como Marchesín, con mucho menos trabajo pero muy certero cuando le tocó actuar, fueron muy importantes en este arranque, lo mismo que Mario Regueiro, que parece haber superado el bajón que por diferentes circunstancias sufrió en el final del Inicial, lo que debilitó todo el sistema ofensivo, volvió a ser desequilibrante en ambos partidos. En el mismo sentido podemos decir que tanto Araujo como Vizcarrondo, Goltz y Pereyra parecen transitar el mejor momento de sus respectivas carreras, y que Víctor Ayala, una verdadera revelación en su llegada, hoy se ha consolidado como un factor fundamental para el armado del equipo, su aporte es muy destacado, tanto en la recuperación como en la zona de ataque. Y si queremos ser optimistas podemos decir también que las incorporaciones todavía no han tenido tiempo de demostrar su calidad, ya que Chávez prácticamente no jugó y el aporte de Blanco no fue descollante, y que los pibes del club tienen por delante un equipo que se lee de memoria, y por eso tienen que seguir esperando su chance.
Sin querer uno adentrarse en terreno de fantasías, sin dejarse llevar por la intuición de lo que puede llegar a suceder con el correr de los partidos, podemos decir que hasta hoy lo que se vio fue muy poco, incluyendo a River, que también ganó los dos que jugó, fueron triunfos muy ajustados y por la mínima ventaja, ante equipos que no están para grandes cosas, como Belgrano y Estudiantes. Lo de Boca, Racing, San Lorenzo, Independiente y todos los demás fue muy pobre e irregular. Incluso Vélez, el último campeón -que le ganó ajustadamente a Argentinos y perdió en su cancha con el equipo de Gallego- a quien el Granate recibirá el próximo sábado en La Fortaleza, en un choque entre las dos instituciones más solventes y ordenadas, una especie de nuevo clásico que puede entregar conclusiones más precisas sobre lo que puede esperarse de este sorprendente Lanús de Guillermo Barros Schelloto, a quien tímidamente muchos empiezan a señalar como el mejor equipo del fútbol argentino.