por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com
organizativo. Las demás, con los dos grandes a la cabeza, son conventillos con los pisos agrietados, y en cualquier momento y por cualquier circunstancia adversa se vienen a pique como el Albergue Warnes.
Últimamente, ante Vélez, la balanza de la justicia fue esquiva con la bandeja granate. En cambio a Vélez, cuando le hizo falta, la suerte no lo abandonó. Hoy debutó por el Torneo Final, y como ante All Boys en Floresta y como ante el humilde Unión en el mismísimo Fortín en el pasado Torneo, en algún tramo importante de partido, a Vélez lo pelotearon, pero lo pelotean en serio, pudo zafar sacando tres o cuatro balones sobre la línea, más algunas que siempre se estrellan en los palos del arco que defiende, hoy volvió a pasar ante el pobre Argentinos de Gabriel Schurrer, un equipo demasiado joven y sin figuras que también debió marcarle más de un gol, aunque el partido, como suele ocurrir, terminó siendo para Vélez porque la suerte indudablemente lo viene acompañando. Si en estos últimos años Lanús hubiera tenido la liga de Vélez, las vitrinas de la sede tendrían dos títulos más, nada menos, porque seamos sinceros, Vélez tiene más culo que cabeza. No empecemos con que es una gran institución y que saraza, saraza. Ya los sabemos. También lo es Lanús, con la diferencia que no ha sido particularmente afortunado en toda su vida institucional. Hay grandes victorias en el archivo de la memoria granate, pero de suerte, nunca, ninguna, jamás en la vida.
Muchos fuimos testigos de tanta desventura, de tantas derrotas duras e inmerecidas. Sabemos de grandes horas de gloria, y atesoramos en nuestro guardarropa la galera y el bastón de los Globetrotters y la finura en la construcción de Silva y Acosta, pero somos esencialmente un club barrial y proletario. Y lo seguimos siendo hoy, cuando desde hace varios años nos hemos consolidado como uno de los dos clubes más grandes de la Argentina, tanto en lo político-institucional como en lo deportivo. Siempre es igual. A Lanús todo le cuesta el doble.
Para dar el salto de calidad que desde hace varios años y de manera holgada merece dar, Lanús tiene que buscar desde la primera fecha lo que se le viene negando, el título de campeón, porque mantiene la base del equipo que más cerca estuvo de arrebatarle a Vélez, el otro grande de verdad, el ejemplo a seguir, ni más ni menos que a un paso de despojarlo de su última conquista. Con arquero y defensa de memoria, con dos grandes centrales y dos laterales de salida y aporte ofensivo de los que no abundan -como prueba vemos a Cavagnaro marcando punta en la Selección de Messi- Lanús tiene por delante además de las certezas defensivas y el aporte determinante de Regueiro, interesantes desafíos y promesas por cumplir. El Pulpito González, el Chino Romero, el Pochi Chávez e Ismael Blanco tienen por delante el reto más importante de sus carreras, el que marcará si verdaderamente pueden seguir jugando y consolidarse definitivamente en este nivel en el que están alternando. Otros, como Pizarro, Ayala y el renovado Leandro Díaz, si confirman lo que vienen insinuando, tienen condiciones como para lograr insertarse de un salto en el mercado europeo.
Los demás clubes, independientemente de sus últimas conquistas, organizativa y económicamente no están a la altura. River y Boca demuestran la pérdida de esplendor en la clase de problemas que suelen padecer, lo mismo que Estudiantes, Independiente y Racing, con conducciones debilitadas y cuestionadas que no pueden tomar decisiones sin tener en cuenta la opinión mayoritaria de sus hinchas. La opinión pública que le dicen. Seguir hablando de grandeza cuando lo único que se esgrime es historia, soñar con epopeyas de figuras que ya no alumbran con la misma llama, es una muestra de pequeñez intelectual, el mal incurable que los argentinos tenemos que superar si queremos descontar el terreno perdido en décadas de opresión y terror, y que seguimos perdiendo también durante la continuidad democrática que pudimos disfrutar en los últimos treinta años.