La nota del citado diario se basa en las declaraciones de un sobreviviente, Lisandro Martínez, que narra que un sicario enmascarado se situó esa noche del 15 de noviembre, en la esquina de los monobloques de Chingolo, a dos metros del grupo de jóvenes y los acribilló con más de 30 balazos. Dos resultaron muertos y Martínez sobrevive con duras secuelas, a pesar de que como él -camillero del Centro Gallego- dice: “La ambulancia nunca llegó”.
Como se recordará, quedaron detenidos Leandro Gabriel Portillo como sicario, y el panadero Gustavo “Churrasco” López, como mandante del asesinato de su primo, Rubén Lopez, y de Sergio Ramirez, amigo de éste último.
Como se recordará, la panadería de López, en 9 de Julio y San Carlos, frente a los monobloques, fue incendiada por amigos de las víctimas, esa misma noche.