Páginas

lunes, 7 de enero de 2013

La semana en pocas palabras


Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

Si bien las exportaciones volvieron a caer en noviembre (-2% anual), su dinámica fue compensada por menores importaciones (-6%), sumando el superávit comercial un 74% más que un año atrás. En el acumulado del 2012, la tendencia resultó similar, con un superávit comercial de USD 12.161 millones, 26% superior al de igual período de 2011, fruto de una caída de las exportaciones (-3%) inferior a la de las compras externas (-7%), asociada esta última a las menores cantidades importadas, pese a que la actividad agregada se mantuvo estancada (lo que se señala un fuerte impacto de las trabas comerciales).
En materia de perspectivas, se espera un incremento de las exportaciones en 2013, impulsado por la mayor cosecha y, en menor medida, por un repunte de las ventas industriales a Brasil, lo que dejaría un amplio margen para que, aún con las importaciones en alza, el superávit comercial se mantenga en niveles similares a los de 2012. Si bien el clima durante lo que resta del verano desempeñará un papel decisivo en los rindes, se prevé que la producción agrícola supere los 100 millones de toneladas, impulsada por las cosechas de soja y maíz, que podrían alcanzar los 52 y 24 millones de toneladas, respectivamente, con alzas de 30% y 14%.
De acuerdo a nuestras estimaciones, si las lluvias no resultan excesivas, las exportaciones del complejo sojero podrían ascender a USD 28.200 millones en el corriente año, con un aumento de USD 7.800 millones (37%) respecto de 2012.
Ahora bien, aunque el efecto de los excesos de lluvias e inundaciones no impactará significativamente a nivel “macro”, si lo hará a nivel “micro”. El retraso en los tiempos de la cosecha de soja, tanto de primera como de segunda, fue alejando las estimaciones originales de los 55 millones de toneladas. En este sentido, las zonas más afectadas por las inclemencias climáticas, cuya siembra y rindes resulta inferior a la proyectada inicialmente, coloca a un grupo de productores en situaciones financieras delicadas, ya que la mayoría proviene de una campaña pobre (donde la pérdida total en la producción de soja fue de 18%). A nivel macro, otras zonas lograrán compensar este efecto, con rindes que permitirían
mantener la producción por encima de los 50 millones de toneladas.
El retraso en la siembra también tiene otras secuelas. No sólo agrega volatilidad a los rindes y dificulta las estimaciones de producción, sino que retrasará las liquidaciones del complejo sojero, las cuales ganarían fuerza a partir de mayo, y no tanto a partir de abril, como en años anteriores. Ello tendería a estirar la actual escasez de dólares, garantizando tensiones en la plaza cambiaria hasta entrado el segundo trimestre. Aún así, existirían algunos límites para aplazar excesivamente las liquidaciones: (1) los productores no pueden extender demasiado la cosecha, ya que entrado el otoño los cultivos corren riesgos de verse afectados por heladas; y (2) si bien muchos productores tendrían incentivos para guardar stocks en silos bolsa a la expectativa de una mayor devaluación, al venir de un año de sequía muchos se verían obligados a liquidar su producción, ya sea para levantar los quebrantos de la campaña pasada, como para recomponer capital de trabajo pensando en la próxima cosecha.
Otra diferencia respecto de años anteriores estaría asociada al cepo cambiario. El ingreso de agro-dólares de la nueva cosecha no necesariamente ayudará a disminuir la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, que esta semana superó el 40%. Los chacareros y los exportadores enfrentarán, por primera vez, restricciones plenas para atesorar divisas, de manera que cuando reciban los pesos de sus liquidaciones es altamente probable que recurran al mercado paralelo (“blue”) para hacerse de dólares. Aquellos pesos que no usen para comprar dólares en el mercado paralelo irían al mercado de bienes o inmuebles, ayudando a darle un mayor impulso a la reactivación económica, hasta ahora extremadamente endeble.
En suma, sin cambios de fondo en la matriz productiva y con un atraso cambiario creciente, se ha ido incrementando la “soja-dependencia”. El cultivo es hoy responsable del 25% de las exportaciones, las retenciones explican el 9% de los ingresos fiscales y financian el Fondo Solidario de la Soja (clave para los gobernadores en un año electoral), además de ser éste el principal factor que podría oxigenar los golpeados mercados inmobiliario y automotriz, encontrándose -a 11 años de la devaluación- media argentina en vilo, prendiéndole una vela a la soja.