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jueves, 13 de diciembre de 2012

Chau Russo, volvé Marón


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

“Me voy a dedicar a la inmobiliaria”, me dijo con la parquedad habitual, pero por primera vez en muchos años me pareció advertir una cierta tristeza en su mirada. Nunca fue fácil para el reportaje. No abandona la cautela para no decir más de lo que quiere decir, y si te tira una bomba es porque tenía decidido tirarla de antemano. Nunca lo vas a agarrar distendido sencillamente porque nunca lo está. Pero es capaz de interrumpir una charla muy interesante para atender el teléfono, y es posible que acto seguido te encuentres sosteniéndole un papelito en el que empieza a escribir, con el tubo entre el hombro y la oreja: Escobas, 10 docenas; lavandina, 20 cajas…
“Por suerte, Nicola se va a ocupar de la inmobiliaria”, me dijo su hermano Leo, a días de haber sido elegido para el cargo de subtesorero, junto a la eficiente Mariel Bruno en la tesorería, un sitial de vital importancia para el funcionamiento institucional que dejan Daniel Fux y Pablo Meilinger, luego de seis años de impecable gestión financiera. “Yo se que es un lugar muy importante y quiero dedicarle todo lo que pueda. Por suerte, Nicola se va a ocupar de la inmobiliaria", recuerdo que me dijo, y no se si ambos nos miramos a punto de llorar o a punto de largar la risa. Una semana después, creo que al mismo tiempo, nos sorprendíamos con la decisión tomada de volcarse de lleno a la política municipal. “¡Orquesta, a cambiar de repertorio!” dice la canción de Leo Masliah.
Nicolás Russo sabe que lo mejor para el club es que él se aleje. Describir su obra en Lanús sería convertir esta nota en un informe inmobiliario, pero la suma de esas obras   -coronando lo hecho por todas las conducciones desde Carlos González en adelante- han transformado sustancialmente al club de barrio que conocimos para convertirlo en la institución más sólida y ordenada del fútbol argentino. Las escaleras se transformaron en ascensores, las cajas en sucursales bancarias, y el fútbol,
habitualmente prendido en los primeros planos internacionales. No obstante, y vaya uno a saber porqué, ante el encono que su figura despierta en un sector minoritario pero muy activo de la Lista Unidad, sabe que tiene que retirarse de la escena de las decisiones conjuntas que se tomarán de aquí en más para que las mismas se piensen con la mente fría y sin viejos rencores de por medio. Por experiencia, sabe que mantener el club en las actuales condiciones es una tarea poco sencilla, casi imposible de lograr sin unidad. 
El descenso de River, la situación angustiante de San Lorenzo e Independiente, los vodeviles en Boca, las implosiones en Banfield, Gimnasia y Central, el llamado desesperado de Verón a seguir el ejemplo de Lanús para salvar al Estudiantes post Verón, hoy muy seriamente complicado en su economía, son señales más que elocuentes de que el fútbol nuestro ha cambiado bárbaramente en estos últimos años, en los que el órden se impone a la tradición. Las nuevas autoridades granates también lo saben, como saben que todo lo bueno es producto de la unidad política que a punto estuvo de romperse. “Primero tengo que concertar la unidad, después me voy a dedicar a la política municipal”, me dijo por entonces, algo preocupado pero otra vez convencido, cuando su horizonte ya apuntaba al mapa de la ciudad.
Durante todos estos años fuimos varios los que seguimos el día a día de su gestión, los que nos sorprendimos con algunos de sus análisis, los que comprendimos a medida que se cristalizaban en verdades. Su hermano Leo, Beto Monje, Daniel Vidal, Soledad Bernaechea, Fabián Soubeste, la mesa chica saliente, los dirigentes de su agrupación, los periodistas partidarios -y algunos no partidarios- y todo aquel que se haya tomado el trabajo de seguir la marcha de su incansable trabajo cotidiano, atento a todos los detalles. Y también aquellos dirigentes que se han detenido a criticar sus formas, su estilo personalista, sus defectos terrenales, y han puesto la mira en su figura, aún concientes de la extraordinaria obra realizada y del gran posicionamiento logrado por el club, por medio de su figura pública. Nunca un presidente de Lanús tuvo tanta participación en los temas del fútbol nacional ni nunca ninguno fue tan requerido por el periodismo grande, pese a que muchas veces anunciaba cosas poco simpáticas pero que su defensa era a la vez una conveniencia para el club Lanús. Hombre agradecido, sabiendo que es una medida impopular, honró al presidente de la AFA bautizando los nuevos palcos con su nombre y cosechó la última sarta de puteadas tribuneras.
A partir de hoy su tarea será establecer contacto con el pueblo del distrito de Lanús, un colectivo bastante alejado de las pullas internas que rodearon su presidencia, ajeno a la poca colaboración recibida de parte de algunos sectores dirigenciales de rango menor, ajeno a la oprobiosa campaña en su contra desatada en la red, donde la osbtinada tarea de pocos hombres de dedicación full time se multiplica en muchos nombres de aparicion frecuente. El pueblo de Lanús va a conocer de aquí en más, y mucho más profundamente, el tamaño de su obra, los detalles de su prolífica gestión institucional, sus propuestas políticas y finalmente va a decidir su futuro en las urnas. Pero esa es otra historia. Nicola recibió el aplauso que la gente granate le debía el último martes, con un show de tres horas a todo Lanús transmitido en directo  por TC Sports, cuando se inauguraron los nuevos palcos, que junto a la construcción del imponente edificio aledaño al lateral oeste de la cancha, a punto de culminarse,  convertirá al estadio de Lanús en uno de los más hermosos, modernos y confortables de la Argentina. 
Asomado a un nuevo balcón, en las flamantes alturas de la primera tribuna de cemento construida en 1965, donde siempre estuvo la platea oficial, pienso que esa estructura es testigo de la segunda mitad de la historia granate. Testigo del fútbol de Los Albañiles; de los tiempos del sube y baja, de los tres años en la “C”, de los ocho en la segunda categoría, del retorno definitivo a la máxima, del equipo de Cuper, de los pibes de Ramón, de Ronaldinho como adversario y de la reciente gran campaña del Mellizo, pero por sobre todas las cosas, esa vieja tribuna de cemento hoy vestida de lujo, techada y  con los nuevos palcos, es testigo de un milagro que excede al fútbol. Por eso más que nunca, gracias Nicola, fuerza Marón y aguante Lanús, respaldemos a los  nuevos directivos que tendrán que trabajar para que el club siga siendo el más grande y en lo posible, pueda pronto homologarlo con una nueva y largamente merecida conquista deportiva.