por Omar Dalponte
nuevospropositos@hotmail.comLo de siempre. El tan promocionado 8 de noviembre al final fue puro humo. El día después, el monumental discurso pronunciado por Cristina Fernández en la localidad santafesina deVilla Constitución durante la inauguración de una planta de laminados de acero; el multitudinario acto que allí sirvió de marco y la firmeza del gobierno nacional que con toda decisión continúa su rumbo sin ningún tipo de vacilaciones, dejó muy atrás y pedaleando en el aire a quienes creyeron que amontonando gente podían producir una catástrofe en la Argentina.
La imagen que dejó el golpe trapero pegado de atrás a un cronista, el registro de algunos desencajados pateando los tobillos de mujeres periodistas, la fotografía del asesino múltiple Ricardo Barreda golpeando una cacerolita mucho menos bochinchera que la escopeta de dos caños con que mató a sus hijas, la escena en que un judenrat a la criolla, el rabino Sergio Bergman, compartió espacio con el nazi Alejandro Biondini agraviando seriamente a nuestra querida colectividad judía, y los berridos de unos cuantos desaforados fue lo más destacado del día 8. No mucho más dejó la -probablemente- más ineficaz de las concentraciones masivas realizadas en nuestro país. Mucho ruido y pocas nueces.
Apenas 24 horas después, la presidenta, a modo de homenaje a la tradición de luchas sindicales de la emblemática Villa Constitución bramó: “Acá desaparecieron comisiones internas enteras”. La crónica de este acto informa que Cristina “recibió el respaldo y el afecto tanto de legisladores, funcionarios y dirigentes del peronismo santafesino como de
centenares de jóvenes militantes de distintas agrupaciones y también de referentes y delegados de la Unión Obrera Metalúrgica local. Es que Cristina se instaló ese lunes en Villa Constitución en la flamante planta de la empresa Laminados Industriales SA. Y además de inaugurar ese establecimiento, vía videoconferencia celebró la reapertura de la vecina Paraná Metal y las ampliaciones de las capacidades productivas de las plantas de Random, en Alvear y de Nestlé, en Santo Tomé, redondeando inversiones por más de 400 millones de pesos y generando más de 600 nuevos puestos de trabajo”
Los hechos, por enésima vez, empujaron hacia el olvido otra de las comparsas montadas con intenciones destituyentes que, al final, sólo sirvió para dejar afónicos a los más exaltados. En respuesta a los agravios de todo calibre que la desbocada multitud del dia anterior lanzara por los aires, la presidenta de la Nación dejó para el archivo algunas frases de antología:
“Tenemos que estar tranquilos y no caer en las provocaciones de los que quieren un régimen ultraconservador”
“Cuando se le puede dar de comer a las mascotas es porque se le puede dar de comer al pueblo”
“A esos que parecen tan combativos... hay que decirles que cuando te corres demasiado por el este aparecés por el oeste”
“No vamos a pagarle a los fondos buitres de ninguna manera”
“Los enfrentamientos sindicales terminan perjudicando a los trabajadores. Los dirigentes sindicales nunca se quedan sin trabajo se quedan sin trabajo los trabajadores”
“Este no es el proyecto de un partido político, es de un país”.
En verdad, el 9 de noviembre fue muchísimo más importante que el día anterior, pues los millones de televidentes que pudieron comparar ambas jornadas comprobaron con absoluta claridad quienes son los que pretenden frenar el progreso manifestando sin ideas ni propuestas con alta dosis de agresividad y de que manera el gobierno nacional continúa, con decisión inquebrantable, produciendo hechos para el crecimiento de nuestro país impulsando la producción, la creación de trabajo, y distribución de la riqueza con justicia e inclusión para los sectores más necesitados.
El vigoroso discurso presidencial del día después del entretenimiento cacerolero, con el tono que requería ese momento, fue pronunciado en uno de los lugares más adecuados: la gloriosa Villa Constitución. “Cuando se hable de la historia de las luchas obreras en la Argentina nunca se podrá omitir o minimizar la rica experiencia de la epopeya protagonizada por los metalúrgicos y el pueblo de Villa Constitución, gesta heroica convertida en un hito histórico conocido como El Villazo”. En estas pocas líneas, fragmento de las palabras previas en su trabajo titulado “La Clase Trabajadora de Villa Constitución: Subjetividad, Estrategia de Resistencia y Organización Sindical”, el autor Jorge Winter invita a conocer como los trabajadores - en esa parcela de nuestra geografía- lucharon y vencieron junto a sus vecinos, a la burocracia sindical y a la dictadura. La pelea fue por la libertad, la dignidad y el trabajo. Allí, donde alguna vez, tal como lo dijo Cristina Fernández, desaparecieron comisiones internas enteras y ahora es un lugar donde florecen el trabajo y las esperanzas, se pudo ver con absoluta claridad, lo contrario a una oposición que anhela el regreso a los tiempos de represión y miseria. ¿Que pretenden los escribas a sueldo de las corporaciones y las figuras gastadas de la política cuando aconsejan (¡!) al gobierno atender los reclamos del 8 de noviembre?. Los insultos, el odio, la incapacidad y la agresividad de aquella multitud ciega y sorda que desea sepultar nuestra democracia y hundirnos en la miseria no merece ser escuchada. Quienes con falsos discursos tratan de engañar al pueblo levantando consignas que históricamente no han respetado y hoy se oponen encarnizadamente a un proyecto nacional y popular que garantizará el progreso argentino, se darán una y mil veces de narices contra la dura realidad de los hechos. Aunque les duela la democracia, en nuestra Argentina seguimos avanzando.
(*) Miembro de Iniciativa Socialista