martes, 16 de octubre de 2012

Lanús: ¡una sola y gigantesca villa miseria!


por Julián Segura*

Es común leer en los medios y escuchar donde reunión política fuere que nuestro primer mandatario, el inefable Darío Díaz Pérez, es uno de los delfines, más obedientes y prolijo ejecutor de las políticas nacionales en cuanto a la inclusión y emparejamiento  de las clases sociales existentes, al menos, en nuestro distrito.
Ese modelo “Nacional y Popular” puesto en marcha allá por el año 2003 que, con aciertos y errores, con un objetivo claro de mejoramiento de las clases más bajas para que puedan acceder a una realidad superior y cuenten con la real posibilidad de cambiar su fortuna, es decir, su suerte, sigue su marcha y fue captado desde sus primeros albores por nuestro
intendente, estadista si los hay, visionario innato de la realidad y necesidades de su pueblo, y puso en marcha lo que creyó era la gestión perfecta para acompañar, desde Lanús, ese proyecto madre nacido en las entrañas del poder nacional central. 
Por su obsecuencia, su fervor y su pasión por sobresalir y ser el pionero en ejecutar ese plan estratégico kirchnerista, sumado al gran e inmenso apoyo incondicional y dinero enviado por la nación para que pueda plasmar todo aquello que prometió en su campaña pre-electoral, pues lamentablemente el gobierno, como muchos de los lanusenses le creyeron en sus  verborrágicas promesas, comenzó su labor, sin prisa pero sin pausa, paso a paso, fortaleciendo, en cada uno de los estratégicos movimientos y decisiones tomadas, el plan maestro que sus propias convicciones y sus superiores políticos le indicaban como punto norte.
Y así fueron transcurriendo sus primeros años como conductor de la ciudad. Intentó asfaltar todo el distrito o parte de él: no pudo; intentó arreglar algunos de los miles de baches, algunos heredados, otros de su propia cosecha: no pudo; intentó que la ciudad esté más limpia: no pudo; intentó mejorar la iluminación del distrito: no pudo; intentó mejorar la seguridad: no pudo; intentó, mediante bajas de tasas municipales y mejoramiento de las condiciones necesarias para que las inversiones vuelvan a la ciudad y generar fuentes de trabajo y no pudo; intentó mejorar y optimizar la gestión administrativa del municipio, volviendo a los exámenes evaluatorios para cubrir jefaturas vacantes y no pudo; prometió terminar con los ñoquis y no pudo, en realidad los duplicó para fortalecer su gestión: Pero hay algo que si logró, con gran éxito teniendo en cuenta la terrible disminución numeraria que produjo y que es, a mi entender, absolutamente irrebatible; nadie, esté o no a favor de este gestión o, como quien escribe, absolutamente en contra de ella, puede desconocer esta circunstancia, cual es: “Cuando nuestro intendente llegó al poder, por culpa de las elecciones del año 2007, en nuestro distrito contábamos con 53 villas o mejor dicho, 53 barrios de gran indigencia. Hoy, a solo casi 5 años de gestión ya sólo contamos con una sola “villa miseria”, es decir, dentro de su incapacidad para alcanzar todo lo que pudo haber alcanzado y no logró, cuenta, en su haber, la más maravillosa realidad de haber exterminado, casi definitivamente, 52 villas de emergencias, si, leyó bien, hoy, señores, solo queda una sola “villa de Emergencia” y es la ciudad de Lanús en su conjunto. 
Este hecho, lejos de causar broncas o envidias, servirá como ejemplo y reafirma la regla que reza: “El fin justifica los medios”. Si no pudo lograr que todos suban, al menos, logró que todos bajen, con la convicción, dentro de su pobre cabeza, que lo importante era  conseguir igualdades sociales y exterminar las diferencias de clases que tan mal le hace al futuro de la ciudad.
¡Bravo por usted, señor intendente!
  (*) Escribano