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lunes, 22 de octubre de 2012

El lado oscuro de la luna


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@hotmail.com

 Sería desleal de mi parte no reconocer que apenas habían pasado un par de minutos desde el pitazo final de Delfino que decretó la victoria de Lanús en Rafaela por dos a uno, el timbre del teléfono de mi casa empezó a sonar con insistencia. Tampoco puedo negar que mi propio hijo, también habitual cultor de la práctica del optimismo, con quien festejaba el importante triunfo recién obtenido, al desprenderme de sus brazos para atender el llamado, como en un ruego, me dijo: “Viejo, mejor no digas que tenemos posibilidades, viste, nos van a putear al pedo…” 
Me preocupa  lo mucho que lo vengo defraudando. Es que debutó como hincha en 2007 y me escuchó augurar el título con la misma claridad que escuchó las bromas y los desprecios que me costó dejar fluir mis sentimientos, codo a codo con los conceptos y conocimientos que
pude acumular en mi vida de jugador amateur, espectador y analista de fútbol. De eso se trata el periodismo deportivo partidario: Verdaderas pasiones y discutibles aptitudes profesionales, de la mano, entremezcladas, construyendo opiniones para oídos también parciales, en el marco personal e indeleble de un carácter optimista. El nene que era mi pibe se creyó que el padre la tenía clara. Y después, en silencio y mientras crecía, vio como mis anuncios de campeón durante el último lustro fracasaban uno tras otro. Ya casi un hombre, fue como si me dijera “Papá, una cosa es no acertar y otra muy diferente quedar como un pelotudo…”
-”¿Hola? Hola, Gerardo, ¿como andás? ¡Que mala leche tuvo San Lorenzo con San Martín!” le digo como para solidarizarme  con su desgracia de ser cuervo de nacimiento 
-”Peor le fue al Sargento Cabral”, me contestó secamente el director de La Defensa, y en seguida me pidió que afloje con el optimismo. Dice que vio como quedó la tabla de posiciones al terminar la fecha 11ª,  que me conoce, y que está podrido de que lo llamen y lo insulten por mis vaticinios frustrados. 
-”¿Estás seguro que esos insultos son por mis inocentes  predicciones?”
-”¿Y porque va a ser?¿Acaso tengo yo algún enemigo?” alcanzó a decirme, teatral, antes de largar la risa y cortar sin despedirse. Es por eso que en este informe me voy a remitir a contar la situación de manera imparcial, despojado de todo optimismo, más bien tratando de ver el lado oscuro de la Luna. 
Lo de Lanús es muy irregular. Y además, ya sufrió cuatro derrotas, es demasiado. No le marcan muchos goles, es cierto, pero tampoco se destaca por la eficiencia para convertir lo que genera en ataque. Lo distancian seis puntos del líder, el invicto Newell’s, que tiene 23, por delante además están Racing (21), Vélez (20), Belgrano (19) y Boca (18), y lo acompañan Godoy Cruz y Estudiantes, que como Lanús, sumaron 17. Desde las tinieblas de la cara lunática que no refleja el sol se ve más que claro, las chances de Lanús, si bien no se pueden negar desde las matemáticas,  son insostenibles desde la lógica. No obstante hay que soportar tanto optimista, tanto soñador, tanto boludo suelto, crédulos incorregibles de divinidades y milagros, cultores de la sonrisa candorosa y la esperanza, empeñados en ver solo la cara que inspira el amor y las poesías, la  única cara de la luna que ilumina y que despierta absurdas fantasías con su brillo.
Los tipos insisten con que el Grana está a tiro y hacen hincapié en el fixture: “Faltan ocho partidos, y en cinco de ellos somos locales. En tres de los próximos cuatro jugamos en La Fortaleza: Argentinos el próximo domingo, y después de visitar a Independiente, Tigre y San Martín, ambos también de local y de manera consecutiva”. Ilusos, hablan como si hubiera partidos fáciles. “Yo digo que son partidos accesibles, tranquilamente podríamos sumar los doce puntos” insiste otro imbécil, sin pensar siquiera si por su casa no hay visitas en su ausencia. “Accesibles” dice muy orondo ¡Accesible es tu pieza! dan ganas de decirle. Y no son los únicos. Otro entusiasta rayano con la locura y visiblemente medicado, balbucea: “La cuestión es que si sumamos los doce puntos, en Córdoba jugando con paciencia y esperando al rival se puede ganar tranquilamente. A Belgrano a veces le cuesta asumir la impaiencia de la gente, a esa altura puede ser casi una final anticipada. Se puede, y además alcanzaríamos la séptima victoria consecutiva. Pensar ahora en que así sea no es descabellado, pero predecir desde acá los últimos tres partidos, Estudiantes en casa, River en el gallinero y San Lorenzo en la última para dar la vuelta olímpica, sería poco serio” dice,  y otro boludazo se atreve a soñar aún más todavía: “¿Y si la damos en River?”. ¡Pero mirá que hay que ser ingenuo! Ni piensan en los desastres que están haciendo los árbitros y jueces de línea pitando alevosamente para uno de los lados, generalmente para el más grande o el que está más cerca del poder. “¿Y quien es en la Argentina más grande que Lanús, si de poder económico se habla?” te dicen sueltos de cuerpo, ninguneando la rica historia de los cinco grandes, casi todos luchando con grandeza contra el fantasma del descenso.
Por eso, que quede claro, soldado que huye sirve para otra batalla. Preguntale a la familia de Cabral, el patriota  al que la historia le brindó honores pero no una pensión digna a su heroísmo. Soy pesimista. El título es una quimera, y los optimistas, cuando todo lo que  sueñan se desvanezca en el momento más inoportuno con un penal errado, una expulsión injusta o un gol en contra, tendrán que rendir cuentas ante las fuerzas de la sabiduría que habitan plácidamente y sin sorpresas el lado oscuro de la luna.