La detención de Vargas se produjo el 20 de diciembre de 1978 cuando salía de Campomar, la fábrica donde trabajaba. Allí soldados lo interceptaron para pedirle su documento y luego “me metieron en un auto por la ventana y me llevaron. Iba la camioneta del ejército adelante, mientras me encapuchaban y me iban sacando la ropa”, afirmó.
El testigo asegura haber estado detenido en esa fábrica y allí vio a personal del Ejército y la
Policía. “Ahí me hicieron simulacro de fusilamiento. Yo estaba encapuchado, pero si miraba para abajo, le veía los borceguíes”, detalló el testigo. Y agregó que luego lo subieron por una escalera y le aplicaron picana eléctrica: “Casi me perforan el pene, me pusieron un fierro en el oído y perdí el conocimiento”.
El juez Antonio Pacilio insistió en los indicios que a Vargas le habían hecho suponer -después de casi 35 años- que su lugar de cautiverio había sido el galpón de la empresa Campomar. En tal sentido, el testigo explicó que hacía poco tiempo que había logrado recordar los ruidos de las máquinas y el apellido de unos de los represores que prestaba servicio allí: Moreira.
De Campomar, Vargas fue trasladado a un lugar que no recuerda y luego a la 3ª, de donde pasó a la Regional de Lanús y el hospital de la cárcel de Olmos. Su liberación definitiva se produjo hacia finales de 1979, luego de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al país.