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domingo, 23 de septiembre de 2012

Tiempo quieren las cosas...


por Omar Dalponte* 

nuevospropositos@hotmail.com 

El día 7 de diciembre entrará en plena vigencia la ley de Medios. A partir de esa fecha, aunque, seguramente, no ocurrirá una hecatombe en nuestra Argentina, la información será más veraz pues, hasta ahora, la monopolización de los medios de prensa, radio y televisión ha permitido que nuestro pueblo sea víctima de la mentira planificada cada minuto de cada hora todos los días. La concentración de los medios de comunicación en pocas y poderosas manos, que permanentemente falsean la realidad, significa un negocio multimillonario. Quienes los controlan en la actualidad (manejar los medios es manejar poder en grado superlativo) no
están dispuestos a ceder ninguna porción de ellos así porque si . De manera que los grupos dominantes, dueños de esas enormes cadenas que facturan miles de millones de pesos, son capaces de utilizar -desde la extorsión hasta el crímen organizado- los métodos más perversos con tal de conservar semejante poder y por supuesto, en esa lucha sin límites, no vacilan en intentar quebrar la estabilidad institucional de nuestro país. 
Como ese poder que manejan es inmenso bien pueden sembrar confusión, manipular masivamente cualquier tipo de acción, perturbar la tranquilidad de la población y procurar movimientos destituyentes. Algunas manifestaciones recientes no son ajenas a la avanzada desestabilizadora que ya se ha expresado de distintas formas en estos años de gobierno peronista kirchnerista. 
La escalada destituyente tuvo su pico más alto en el año 2008 cuando las patronales agrarias arremetieron contra el gobierno nacional. En aquella oportunidad se provocó caos en las rutas y desabastecimiento de alimentos, lo cual causó un grave perjuicio a nuestro pueblo y hoy -luego de sucesivas y contundentes derrotas - sectores reaccionarios de la sociedad profundamente antidemocráticos pretenden reinstalar un clima de malestar como parte de su estrategia de oposición sistemática. 
El coro de sapos con fondo de cacerolas, tal vez idiotizado como nunca antes en nuestra historia, es una ínfima minoría que acompaña estas movidas reclamando -entre otras estupideces- tener derecho a comprar dólares cuando -en gran medida- no pagan las expensas donde habitan ni abonan los impuestos correspondientes. Algunos “caretas” de puntual asistencia a las comparsas callejeras que le deben a cada santo una vela -dato comprobado por vecinos que conocen bien el paño- ahora encontraron una forma de exponer su mediocridad y resentimientos sacudiendo cacharros por las calles. 
Si bien es cierto que en un contexto de crecimiento del país y consolidación del movimiento nacional no tienen más consistencia que las pompas de jabón, estas manifestaciones - claramente provocadoras- no dejan de tener sus costados peligrosos. Quienes vociferan amenazas de muerte o los que enarbolan cruces svásticas no son tan insignificantes como las jovencitas y jovencitos que, como máxima actitud de “protesta”, exhiben sus respectivas humanidades en ropita interior. 
Por el peligro que significan los grupos portadores de símbolos nazis, en maridaje con quienes reivindican a los asesinos y torturadores que reinaron en la última dictadura cívico-militar, hay que dar respuestas identificando y denunciando ante la justicia a estos personajes siniestros. Pero también creemos que va llegando el momento de que los sectores populares ganemos las calles en defensa de nuestras legítimas conquistas. Es necesario garantizar que lo que hemos logrado hasta el presente no vaya un solo paso atrás. También hay que seguir avanzando en la ampliación de derechos como es la habilitación de los jóvenes de 16 años para votar. En esta etapa de nuestro país hay que atreverse a los cambios profundos en todos los terrenos. Y uno de esos cambios, que tendrá incidencia fundamental en el futuro inmediato, es permitir la participación de la juventud en las decisiones del pueblo. El voto es la herramienta más poderosa del civismo. Y ella debe estar también en manos de quienes sin ninguna duda están llamados a ocupar un lugar preponderante en la Argentina moderna: nuestros jóvenes. 
Confiamos plenamente en la conducción estratégica que ejerce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y en las decisiones políticas que en el plano local toma nuestro intendente el doctor Darío Díaz Pérez. Tiempo quieren las cosas y a las provocaciones hay que responderles con actitudes inteligentes. Los que se ilusionan con obtener resultados favorables a sus planes desestabilizadores mediante “la subversión cacerolera”, sería bueno que entiendan que no es para cualquiera la bota de potro. Y que jugar con fuego suele ser peligroso. Se acercan fechas muy caras a los sentimientos del péronismo kirchnerista. Octubre asoma con la fecha de nacimiento de Juan Perón que recordaremos el dia 8. Nueve días después, el 17 de octubre, conmemoraremos el Dia de la Lealtad y será una jornada de gran actividad. Más adelante, el día 27, se cumplirá un nuevo aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner que, paradójicamente, está vivo en la memoria del pueblo peronista kirchnerista y presente en cada una de nuestras luchas. Probablemente, dentro de muy poco, nuestras calles estarán engalanadas con los colores del pueblo. Tal vez, luego de quedar en claro cuantos somos los de este lado, la ropita interior de marca y los perfumes importados queden reservados para los pálidos desfiles de las galerías del odio. 
  (*) Iniciativa Socialista