El jueves pasado, en diferentes lugares de nuestro país, hubo
manifestaciones contrarias al gobierno nacional. La efectuada en la ciudad de
Buenos Aires fue, en número, agresividad y nivel de odio la más importante.
Respecto a estas manifestaciones, a dos o tres días de su realización, se han
derramado baldes de tinta y se han lanzado millones de palabras para interpretar el sentido y el efecto de las
mismas. Entonces uno, que este tipo de acontecimientos los ha visto miles de
veces, se pregunta por qué tanto barullo ante un hecho que, en democracia, es
absolutamente normal.
Cada vez ( y no fueron muchas) que un gobierno popular dirige los destinos
del país, hay sectores de la sociedad que - generalmente inducidos por las
clases dominantes que los mandan al frente como peones de brega - desfilan por las calles con sus odios y
rencores a cuesta. Estos sectores donde se mezclan porciones de clase media (ese
medio pelo del que habló Arturo Jauretche) con facsistas "all uso nostro",
tilingos de distintas procedencias, politiqueros oportunistas de los que abundan
cuando creen que los ríos están revueltos
y se hacen ilusiones de pescar aunque sea un poquito, han aparecido en los
tiempos de Yrigoyen, también durante el primer peronismo y -naturalmente-
cacarean nuevamente en esta etapa que comenzó en el año 2003 dentro de la cual
el pueblo (nosotros, la negrada K a quienes ellos desean incinerar) hemos podido
lograr algo en el reparto de la torta gracias a Néstor y Cristina Kirchner.
Nada nuevo bajo el sol. Muchos de los que en estos días han salido a gritar
su impotencia y descargar sus miserias del mismo modo que lo hicieron quienes
los precedieron históricamente, crean
una situación que, más temprano que tarde les resultará adversa. A estas
"movilizaciones" que de espontáneo no tienen nada porque son pensadas, dirigidas
y luego amplificadas por quienes mueven las palancas desde los centros de poder
económicos y financieros, hay que responderles -con el mismo derecho-
produciendo movilizaciones populares y ganando las calles en defensa del
proyecto nacional y popular que, sin lugar a dudas, a dignificado al pueblo y
colocado a la Argentina en la senda del progreso.
A diferencia de la tilinguería cuya principal aspiración es parecerse a
"los de arriba" - cosa que jamás lograrán- y salen a proponer la muerte de la
presidenta y a insultarnos de la peor manera debemos oponer nuestras propuestas
para reafirmar el modelo peronista kirchnerista: reforma de la Constitución
Nacional , reelección de Cristina
Fernández de Kirchner, sanción de la ley que permita votar a los jóvenes de 16
años, reafirmación de la política económica, sanción de la ley de Servicios
Financieros para el Desarrollo Económico y Social que propone el diputado
nacional Carlos Heller tienen que ser -entre otras- banderas que es necesario
levantar para ayudar a construir un país en serio. Para que podamos concretar
todos estos temas o gran parte de ellos es imprescindible triunfar en las
elecciones del año próximo, lo cual nos obliga a unirnos, organizarnos y
movilizarnos como nos exige este instante en que las provocaciones que vienen
desde la vereda opuesta deben ser respondidas en el terreno que ellos han
elegido. Las calles y cuanta tribuna tengamos a mano.
Aquí, hasta llegar al 7 de diciembre en que comenzará a regir plenamente la
Ley de Medios se intentará por parte de los enemigos del pueblo, una escalada de
violencia que, además de la verbal, bien puede materializarse en la concreción
de algún hecho trágico para el que, a quienes defienden intereses inconfesables,
no les falta poder económico ni la utilización de mano de obra. Antecedentes en
nuestra historia hay a montones. En estos días no por casualidad, antes de
juntarse el ramillete de histéricas e histéricos que vociferaron en gran forma y
estilo, se publicó en la tapa de la revista "Noticias" un dibujo agraviante
hacia la presidenta de la República con el mismo nivel de perversidad al que
llegaron los peores torturadores de los años de terror. Toda una movida con
claras intenciones destituyentes.
La desesperación de las clases dominantes por el avance del pueblo puede
derivar en cualquier locura. Ya vimos: son capaces de producir concentraciones
por el odio pero como carecen de representatividad política bien pueden apelar a
métodos extremos de la misma manera que, en otros tiempos, lo hicieron
sumergiendo al país en una horrible tragedia.
Hoy la derecha carece de liderazgo. Su principal referente no es
precisamente un dechado de virtudes. Sinceramente, si nuestra política ha parido
a un hombre limitado ese es Mauricio Macri. Se puede ser conservador y de
derecha pero al mismo tiempo tener una preparación adecuada para debatir,
proponer, gestionar y desde ahí plantarse con aspiraciones para gobernar el
país. No es el caso del titular del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires quien
-como todo parece indicar- va a llegar muy debilitado a las elecciones de 2015.
Hasta ahora algunas cosas le han salido bien como es haber obtenido el
favor de más de la mitad de los portenos. Pero la pésima administración de la
Ciudad de Buenos Aires seguramente le jugará en contra cuando llegue la hora de
votar. Hay que tener en cuenta que las buenas elecciones anteriores del macrismo
se deben más al odio de los porteños
hacia el kirchnerismo que por virtudes de Maurico Macri.
En Lanús también se han efectuado marchas importantes. Seguramente muchos
vecinos han participado con las mejores intenciones pero, en medio de ellos,
estuvieron presentes ciertos rostros que nada tienen que ver con la democracia
ni con los justos reclamos sobre los cuales se montan.
Por ello es altamente positivo que Néstor Grindetti y Jorge Schiavone del
PRO, junto a otros referentes de la oposición política hayan participado, junto
al intendente Darío Díaz Pérez, en una reunión pública como paso inicial para
mantener un diálogo que, de continuar, seguramente será beneficioso para todos
los lanusenses. Es necesario aislar a los destituyentes que, sin posibilidades
electorales, intentan desestabilizar a gobiernos legítimos que están donde están
por voluntad del voto popular. Para esta lucha es necesario organizar respuestas
masivas que demuestren con claridad como pensamos y que queremos las mayorías
nacionales. A la unidad y organización hay que agregarle, no como consigna sino
como realidad palpable, la movilización de los sectores populares. Ese es el
camino.
(*) Dirigente de Iniciativa Socialista