por Marcelo Calvente marcelocalvente@gmail.com
La historia marca que un 20 de octubre de 1888, don Guillermo Gaebeler fundó el pueblo de Villa General Paz, un terreno de 46 hectáreas que dos años antes había adquirido y loteado, y que hoy es el casco urbano céntrico donde sobresale nítidamente el Club Atlético Lanús con su sede, su gran estadio, el polideportivo y dos de sus anexos, la entidad que fuera fundada un 3 de enero de 1915 y que luego de un recorrido apasionante e irregular, con gran protagonismo de los vecinos de la Villa, se ha convertido en una de las instituciones más sólidas y pujantes del país.
Mi bisabuelo materno, don José María Volante, recién llegado de Italia con su flamante
esposa, fue uno de aquellos pioneros que acudió a la convocatoria de Gaebeler, quien ofrecía sus terrenos en cuotas, algo infrecuente por entonces. Gracias a él, don José pudo adquirir uno en la calle que por entonces se llamaba Gral. Acha, entre José C. Paz y Margarita Wield, allí levantó una típica casa chorizo precedida por un enorme galpón donde llevará a cabo su oficio de herrero de la compañía de tranvías. En la casa que aún mantiene la misma fachada de los últimos 50 años, don Volante y su esposa Luisa Estevano tuvieron siete hijos. Ángela, la madre de mi madre, nació en 1900 y vivó 96 años, fue la primogénita, y una seguidilla de frecuencia vertiginosa trajo a Juan, Luisa, Carlos, Hermelinda, Julio y José, el menor, nacido en 1912. Él y Carlos, que había llegado al mundo en 1907, vestirían muy pronto la fascinante casaca de Lanús.
En 1924, con apenas diecisiete años y en la posición de centro half, Carlos Martín Volante debutó en la primera granate, cuya divisa defendería en once oportunidades hasta 1926, cuando pasó a Platense, desde donde iniciará un largo periplo sobre el que volveremos más adelante. El menor de sus hermanos, José Norberto, debutó en la primera de Lanús en 1928 -en la misma posición que Carlos pero dos años después de su partida- e integró la formación que el domingo 24 de marzo de 1929 disputó el histórico primer cotejo oficial en la nueva cancha de Arias y Acha, donde hoy se levanta la imponente Fortaleza, a dos cuadras y media de la casa familiar de los Volante. Más conocido como Pepe, José Norberto disputó 53 partidos oficiales en la entidad sureña. En 1930, un choque con el consagrado futbolista de San Lorenzo y la Selección, Luís Monti, troncó su carrera. Sufrió una fractura de tibia y peroné de la que jamás pudo recuperarse, pese a que intentó continuarla en Ferro Carril Oeste. De ojos color del cielo como sus seis hermanos, simpático, emprendedor y de probada honestidad, Pepe Volante volvería al club de sus amores en 1951 como entrenador del primer equipo -Lanús retornaba a la máxima categoría después del controvertido descenso del 49- cargo que aceptó con la condición de que fuera honorario, sin percibir remuneración alguna, y que ocupó durante un año, hasta la contratación de Roberto Sbarra. Por entonces, el benjamín de la familia desarrollaba una exitosa carrera empresarial como importador de válvulas industriales. En las elecciones del 27 de febrero de 1959 es electo presidente del Club Atlético Lanús por la Cruzada Renovadora Granate, triunfo festejado con una multitudinaria marcha por la calle José C. Paz, hoy 9 de julio, desde la estación hasta la sede social que aun pervive en el Nº 1650 de esa arteria. Por largos años -hasta que Carlos Babington arribó a la presidencia de Huracán- Pepe Volante fue el único jugador, luego técnico y más tarde presidente que cumplió las tres funciones en una misma institución de la primera división. Con ese exclusivo privilegio, se fue de este mundo en 1997, dejando un recuerdo inolvidable en quienes lo conocimos.
En tanto Carlos Volante, después de jugar un año en Platense, otro en San Lorenzo y otro en Vélez Sarsfield, con dos presencias en la Selección Argentina, en 1931, a los 24 años, fue transferido al Napoli. Un año más tarde pasaría al Livorno, y de allí al Torino, donde contraería enlace con María Luisa, una joven culta y hermosa, perteneciente a la clase alta de la ciudad de Milan. El clima de una Italia que se encaminaba al fascismo se hizo intolerable para el joven matrimonio. A mediados del 33, buscando desesperadamente un cambio de aire, Carlos Volante logra fichar para el Rennes de Francia, en los años 35 y 36 juega en el Lille, y en 1937 pasa al Paris FC. En la ciudad luz entabla amistad con Oscar Alemán; es conocida la historia del equipo de fútbol amateur que el guitarrista de Josephine Baker formó, el Tango Fútbol Club, que jamás perdía, porque secretamente lo integraban cuatro futbolistas argentinos profesionales. Uno de ellos era Carlos Volante.
Vientos de guerra atravesaban a Europa cuando en 1938, siendo aún futbolista del París FC, Carlos Volante aparece como masajista de la Selección de Brasil que participa de la III edición de la Copa del Mundo. El sabía que su amigo Oscar Alemán la había pasado muy mal con los fascistas europeos en la frontera franco-española antes de poder regresar a la Argentina, y con esa intención se acercó al scratch brasileño. Lo cierto es que terminado el Mundial viaja a Brasil con la selección verde amarelha, y ficha como jugador para el Flamengo de Río de Janeiro, adonde se muda con su esposa y su pequeña hija, y donde pronto volverían a ser padres de otra niña. Cuenta con el respaldo de Joao Havelange, uno de sus mejores amigos en tierra brasileña, donde ya veterano, alcanza su esplendor y se consagra en el Mengo junto a Domingos Da Guia y el gran Leónidas. Con ellos como figuras, el equipo más popular de Río de Janeiro obtiene tres ediciones del Campeonato Carioca, en l939, 1942 y 1943. A los 36 años, decide retirase con toda la gloria y retornar a la Argentina.
En una curiosa coincidencia del destino, en 1945 Carlos Volante antecede a su hermano José como entrenador del primer equipo granate, de la misma forma en que años antes lo había precedido como jugador. Sin embargo, su estadía en Lanús es breve; al cabo de un año y a pedido de su esposa, que no se adapta a la vida en nuestro país, retorna a Brasil donde continuará su carrera dirigiendo a Internacional de Porto Alegre, al Vitória y al Bahía FC. En 1960 pasa a retiro y luego de su última visita efectuada a principios de los años 70, cuando yo que aún era un niño lo vi por primera y única vez, decide radicarse en Italia junto su esposa y permanece hasta su muerte en Milan, donde sus restos descansan para siempre. Hombre de pocas palabras pero de gran corazón, su vida de futbolista internacional significó una ausencia permanente y dolorosa para sus hermanos, hoy todos fallecidos. De los siete hijos de don José María Volante y doña Luisa, Pepe fue el más brillante, un dandy de sonrisa imborrable que también presidió el Rotary Club, y que cada fin de año ofrecía fastuosas e inolvidables fiestas para sus amigos y familiares, un tío piola, exitoso y admirado.
Aquí terminaría la historia de estos dos hermanos granates, si el 15 de febrero del corriente año Lanús y el Flamengo de Ronaldinho no se hubieran enfrentado en La Fortaleza por la Copa Libertadores de América. Esa noche me entrevistó Claudio Portella, journalista carioca de la cadena Fox y el Diário Lance!. Claudio quería conocer algo más de la historia del gran ídolo del Flamenco, Carlos Volante. El propio DT del Fla, Joel Santana, le había contado durante el viaje que el primer gran centro half del fútbol brasileño había nacido cerca de la cancha de Lanús, que tanta había sido su impronta que con su nombre fue rebautizada esa posición en el terreno de juego y que la nueva denominación, con el tiempo, había trascendido las fronteras. El entrenador argentino más exitoso de la historia, Carlos Salvador Bilardo, suele decir que ignora el origen de la palabra volante como sinónimo de mediocampista. El doctor habitualmente expresa su curiosidad sobre una denominación que en Europa se desconoce completamente, y que llamativamente en todas las ligas de Sudamérica es inmensamente popular.
Gracias al colega carioca Claudio Portella, los argentinos ahora sabemos que surgió en Brasil, cuando con la llegada de Carlos Volante advirtieron que el “5” rioplatense se desempeñaba de manera distinta y que los entrenadores, para simplificarlo, solían indicarle a sus dirigidos “jugá de Volante”. Sorprendentemente nos enteramos que el apellido familiar sobrevuela la patria grande que nace al sur del río Bravo convertido en adjetivo calificativo de la función que desplegaron valores de la talla de Obdulio Varela, Antonio Ubaldo Ratín, y el Nene Héctor Guidi, el gran ídolo de Lanús que con el tiempo, en otra parábola curiosa, le dio su nombre a la calle donde el 11 de noviembre de 1907, en la casona de los Volante, había nacido mi tío Carlos, aquel singular centrojás que con su impronta rioplatense y su experiencia europea, ayudó a cambiar para siempre la historia del fútbol brasileño, que pasó a ser el mejor del mundo cuando sus mediocampistas centrales aprendieron a jugar de Volante.
Links consultados:
www.flamengo.com.br/flapedia/Carlos_Martin_Volante
http://www.lancenet.com.br/flamengo/Fla-joga-terra-argentino-volante_0_646135628.html
http://www.lanusmunicipio.com.ar/deportes/jvolante.htm
pt.wikipedia.org/wiki/Carlos_Volante