«El proyecto Un banco para mi escuela, lo pensamos junto con una cantidad de alumnos y profesores que pertenecen a varias escuelas del distrito de Lanús, y la idea principal es cuidar el medio ambiente, y simultáneamente construir bancos tipo plaza, para los patios de las escuelas que intervengan y colaboren en este trabajo», relata el profesor Victor Lopreiato.
«El trabajo consiste en encapsular las pilas usadas en botellas de plástico o de vidrio, luego se mete la cápsula en pequeños sarcófagos de cemento y
estos sarcófagos se convertirán en las patas de bancos tipo plaza, que ubicaremos en el patio de las escuelas», reseña el docente, y observa que «la razón de encapsular las pilas es porque no tenemos en la escuela la posibilidad de reciclarlas, pero de todos modos evitamos que las pilas contaminen la tiera y el agua».
Lopreiato se documetó sobre el tema y pone un ejemplo: «Se estima que una micro pila de mercurio, como las que se usa en los relojes o audífonos, puede llegar a contaminar unos 600 mil litros de agua, la pila alcalina unos 167 mil litros, la pila de zinc unos 12 mil litros y la carbón unos 3 mil litros».
«El proceso de contaminación -prosigue- puede ser largo, hasta 500 años, pero la lluvia, el calor y la acidez del suelo, tienden a acelerar el proceso de descomposición de la pila. Una vez que se degrada la pila en el suelo, comienza a liberar elementos altamente contaminantes como lo son el mercurio, litio, plomo, o cadmio. Estos elementos son altamente contaminantes, ya que al ponerse en contacto con la tierra o con el agua, comienzan con un proceso de degradación irreversible para el planeta».
«En la Argentina y según el INDEC, ingresaron en 1991 4.013.539 k de pilas. No existen iniciativas gubernamentales tendientes a buscar soluciones a pesar de considerar a la pila un residuo peligroso según la ley nacional 24051. La ley llama sustancias ecotóxicas a todo aquel desecho que si se libera, produce efectos adversos inmediatos o retardados en el medio ambiente (no encontramos datos actuales). Por todo esto es que nos pusimos a trabajar y ya hemos juntado más de 2.000 pilas en la menos cinco escuelas con las que estamos trabajando», señala el profesor Lopreiato.