lunes, 16 de julio de 2012

El fútbol argentino ante un nuevo escenario


Por Marcelo Calvente

marcelocalvente@hotmail.com


  El escaso movimiento del mercado de pases indica que en el fútbol argentino se vienen tiempos de austeridad, de ajustar la economía en un marco de recesión y con escasas operaciones a nivel mundial. El aficionado pone los ojos en la calma chicha que atraviesa el receso y empieza a entender de una vez por todas que el fútbol es un negocio que puede resultar tan generoso como deficitario, que nuestra moneda se despreció de un salto respecto del dólar, lo que implica la necesidad de pesificar los compromisos preexistentes en dicha moneda de acuerdo a la cotización oficial, algo perjudicial para la economía de los players de categoría internacional. Mauro Camoranesi eligió permanecer sus últimos años como jugador en un proceso serio y ambicioso que conoce y le
resulta  confiable, en un club que públicamente lo invita a sumarse a otra tarea relevante luego del retiro. 
En cambio Mario Regueiro nunca pensó que a su retiro se radicaría en Buenos Aires. Vino a cumplir el mejor contrato que pudo firmar en su momento con la esperanza de recotizarse, cosa que logró convirtiendo muchos y muy buenos goles, lo que le permitirá  firmar un vínculo por dos años más en un equipo de la primera de España o de Italia, o en su defecto recalar en Nacional de Montevideo. Le resultará difícil volver a tropezarse con la posibilidad de alcanzar la gloria, y es algo que en verdad no parece importarle demasiado. El uruguayo y Lanús tienen que dirimir un tema conflictivo en el que las dos partes tienen algo de razón, una cuestión a zanjar con negociación. Siempre será mejor una rescisión de los seis meses que le quedan de contrato que seguir formando parte a desgano del plantel profesional. 
No obstante, una cosa es pagarle un palo verde por año a un veterano con clase pero sin valor de reventa -como Regueiro, Camoranesi y el Pepe Sand- y otra es adquirir el pase de un jugador joven, volante con gol, un futbolista de 24 años y proyección internacional como el paraguayo Víctor Ayala, que llega con tres años de contrato por una suma accesible para Lanús, pensando en el corto plazo en una venta redituable. Con Mauricio Pereyra se intentó lo mismo y hasta ahora no resultó. Ayala tiene muchas condiciones, el cuerpo técnico lo conoce y se juega por él. Veremos como resulta, es sabido que para jugadores de cinco millones de verdes para arriba todavía puede haber mercado, no tanto por debajo de esa cifra
Lo de Lanús fue, es y será formar jugadores. Un trabajo de excelencia permitió la proyección de jugadores como Romero, Leto, Blanco y Salvio, por citar solo a algunos.  En los últimos años no se produjeron apariciones de ese nivel, habrá que evaluar porqué  bajó la calidad del producto, y para corregirlo se impone minimizar los errores, aprovechar la experiencia adquirida para ser más eficientes y a la vez más austeros a la hora de invertir recursos en el proceso formativo. El fútbol argentino es un negocio millonario que cuenta con la participación determinante de una veintena de sociedades sin fines de lucro. Pero no será el campo de juego el escenario mayor de los desafíos que se vienen. El asunto se va a dirimir de acuerdo a las respectivas economías de cada club. Las instituciones  que no tengan dirigentes idóneos, planificadores y resolutos, hombres con intuición para los negocios, aun tratándose de clubes grandes, perderan dinero y con ello  perderán categoría y algunos dejarán de participar de una de las ligas de mayor nivel continental. 
En Lanús no hay plan “B”, habrá que tener más paciencia, tratar de ser más sabios para decidir en que joven invertir y en cual no, habrá que elegir mejor. Casi todos estos pibes que van quedando libres han tenido la ventaja de que en Lanús jugaron diez, veinte o treinta partidos en primera. Algunos van desarrollando una carrera profesional en niveles inferiores y otros se acercan peligrosamente a la antesala del fracaso. A todos estos pibes hay que anotarlos en el debe, hemos perdido la apuesta hecha por ellos, y no es su culpa, es la nuestra por haber evaluado mal su potencial. Nicolás Russo y su gente seguirán teniendo a su cargo tanto el fútbol profesional como el amateur. El actual presidente tiene un gran desafío por delante, en el marco de un encuadre mundial expectante y conservador como nunca antes. Es ahí donde debe volcar sus máximos esfuerzos y aportar la vasta experiencia adquirida en funciones de conducción determinantes, tanto en lo económico como en lo futbolístico. Los clubes que tengan como paradigma la conformación del primer equipo con jugadores ajenos vivirán en la cuerda floja, tratando de juntar día a día los recursos para seguir subsistiendo. La única manera es producir y vender valores de exportación. Pocos, pero de mucha calidad. Tal vez la solución sea trabajar de manera personalizada y más artesanal para evitar la superproducción, algo que siempre conlleva una merma en la calidad, y que en los últimos años obligó a Lanús a prestar demasiados juveniles con contrato firmado y pocas expectativas de retorno, algo que la coyuntura recesiva exige corregir.
Todo esto se dará en los cinco meses que vienen, en el marco del final de mandato de Nicolás Russo y de una transición que aparece conflictiva como nunca antes. Entre las pocas señales de vocación aliancista de la Agrupación Unidad está el reconocimiento de que nadie puede manejar mejor el fútbol que la gente de Alternativa Granate, la agrupación del presidente saliente. Sería muy bueno que la palabra dada en ese sentido se sostenga, es una condición ineludible para que sobreviva esta unidad debilitada a causa de diferencias personales menores que se impone superar definitivamente por el bien del club.