por Omar Dalponte
(nuevospropositos@hotmail.com )
Al final todo ocurrió como lo habíamos imaginado en nuestra nota escrita el viernes 22 de junio y publicada cinco días después. El acto realizado por el moyanismo y sus acompañantes en Plaza de Mayo el miércoles 27 fue medianamente numeroso pero intrascendente. Tuvo más de salpicón elaborado con sobrantes de comida que de concentración popular capaz de conmover a alguien. En esa reunión al aire libre, un verdadero estampado variopinto, hasta la "izquierda" boba se permitió el lujo - según alguno de sus lenguaraces más destacados - de concurrir con un "programa" propio conocido -probablemente- por nadie más que quien lo confeccionó y un par de decenas de "revolucionarios" convencidos de que producirían el asalto final al Palacio de Invierno como en las jornadas revolucionarias rusas en 1917. En estos días de 2012 , de la mano de la derecha admiradora de los genocidas de la última dictadura cívico-militar, esa "izquierda" que habita los territorios del delirio sin tronar ni sonar, acompañando a las huestes moyanistas se asemejaron a heladeros ofreciendo sus productos en el polo sur. La verdad es que los muchachos de los camiones ni siquiera repararon en en esta pobre comparsa que integraron unos pocos nostálgicos de las dictaduras unidos en concubinato con izquierdosos esclerosados. Terminado el acto en Plaza de Mayo la sensación de fachos y troskyliberales fue igual a la que padecen los que no pueden evitar la eyaculación precoz: insatisfacción total más el desprecio de los que quedaron mirando el techo por ausencia de placer. También el paro fue un fracaso estrepitoso. El 27 de junio fue una jornada absolutamente normal. La tosudez de Hugo Moyano, sus hijos y de las escasas fuerzas que llevan en el acoplado, insistiendo con una medida de fuerza que resultó escuálida más un acto heterogéneo e intrascendente, impidió guardar algo en la alcancía de sus sueños. Ambas medidas, además de no producir el efecto esperado ocasionaron el rechazo de gran parte de la sociedad, obligaron a una finta de baloncesto a sus (todavía) socios para evitar la fotografía junto al dirigente camionero y la pérdida de fuerza política y numérica que deja debilitada su aspiración de continuar al frente de la CGT. El palco desde donde habló Moyano fue una postal que dejó al descubierto los tristes colores de la soledad y de la amargura. Lástima que el apresuramiento, y vaya a saber uno cuales otras razones, no hayan permitido canalizar adecuadamente los justos reclamos que están y deben estar en la agenda de todos los que deseamos justicia y bienestar para los trabajadores.
Habrá que ver como llega Moyano a mediados de julio cuando debería realizarse la elección de la conducción cegetista. No somos amigos de anticipar opinión ante hechos que deberán producir cientos de compañeros del movimiento obrero. Pero a simple vista parece que las posibilidades de este dirigente, hasta hace muy poco tiempo ( lo decimos con dolor) parte de nuestros afectos, son realmente escasas.
Si los números no son suficientes y Moyano no resigna sus aspiraciones puede ocurrir una división más en la central de los trabajadores. Y esto no es bueno para el movimiento obrero ni para nuestro país en momentos que, ante las serias amenazas que anidan adentro y también más allá de nuestras fronteras, necesitamos más que siempre unidad y organización del campo popular y fortalecimiento del movimiento nacional.
Si cada quien se mira el ombligo y trata de satisfacer sus propios intereses la Patria es la que padece las consecuencias. Siempre hay tiempo - aunque no mucho en esta ocasión- para reflexionar y hacer lo mejor que podamos. Esperemos que así sea. La mesa grande y generosa de la unidad podemos prepararla entre todos. Y el gremio de los compañeros camioneros no deben quedar sin su lugar.
(*) Miembro de Iniciativa Socialista