por Marcelo Calvente
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En una interesante charla mantenida en mayo del presente año en Estudio Fútbol, quien encabezará el nuevo cuerpo técnico granate a partir de julio, Guillermo Barros Schelloto, (foto) dejó algunos conceptos interesantes, frases que permiten definirlo como una persona inteligente, práctica y de pretensiones flexibles. Durante la entrevista Guillermo se presentaba públicamente como futuro entrenador y explicaba los motivos que lo llevaron a elegir ese desafío: "Una vez que dejé el fútbol comprendí que no podía quedarme en mi casa a ver pasar la vida y llegué a la conclusión de que me veo al frente de un equipo y tratando de guiarlo para ser campeón, con una idea de juego determinada y con ganas de transmitírsela al plantel". Sin lucirse demasiado, Farinella le preguntó si pensaba ser un técnico súper ofensivo. Fue entonces que Guillermo abordó el tema que motiva esta nota: "No se, porque si vas a un equipo que no tiene enganche, que es como me gusta jugar a mí, ¿Qué hacés? ¿Inventás a un jugador que naturalmente no lo es para que juegue en esa posición o te adaptás al plantel que tenés y jugás de otra manera? Eso tenés que evaluarlo al iniciar el trabajo" Cuando su cuerpo técnico se haga cargo de Lanús, entre Regueiro, Camoranesi, Marchesín, Goltz, Fritzler, Araujo, un reemplazante de Pavone y el resto de los profesionales a su disposición, estará Diego Valeri ¿Intentará el Mellizo probar con él en esa función, que pese a tener las características que se requieren, nunca jugó de enganche?
Advirtiendo la similitud física y estética con Riquelme, de quien el Pelusa se declaró ferviente admirador, y con quien el Mellizo jugo varios años y ganó varios campeonatos, no sería extraño que durante las primeras semanas de trabajo Guillermo ensaye con Valeri de enganche, un dibujo que en Lanús no se usa desde la partida de Rodrigo Díaz y que a nivel mundial está en extinción por falta de intérpretes, si es que no surge un Kaká, un Ozil o un Iniesta. Diego Valeri es una de las máximas apariciones del fútbol argentino y uno de los pocos que últimamente alcanzaron las ocho cifras verdes de cotización. Tenía todo para ser Gardel: Talento, buena pegada, excelente presencia, cultura y pertenencia, y si bien no es injusto sentenciar que no llegó a ser lo que insinuó, más injusto sería no recordar sus dos grandes temporadas en Lanús. Al iniciarse el Apertura 2007, con 21 años, habiendo sufrido una rotura de ligamentos y con casi cincuenta partidos sobre el lomo, fue en aquel inolvidable equipo de Ramón Cabrero donde Valeri se consagró como uno de los mejores futbolistas de la Argentina, jugando como volante por izquierda pese a ser diestro y compartiendo línea de medios con Blanquito por derecha, con Fritzler y Pelletieri como doble cinco. Sin embargo, en los dieciocho meses que siguieron, su figura se fue diluyendo sin motivo aparente -o tal vez disconforme por no ser transferido- y su cotización fue bajando respecto de las sumas que habían ofrecido por él, y que el club rechazó priorizando lo deportivo. La noticia sobre su préstamo al Porto fue sorpresiva no solo por su extravagante diseño sino por lo mucho que por él podía ingresar, si en su paso por la ambicionada Europa su juego recuperaba el esplendor perdido. Pero al cabo de un año, disponiendo de pocas oportunidades, lo suyo seguía cuesta abajo.
La conducción evaluó la situación: Pese a su alto contrato, su bajo rendimiento y la consabida perdida de prestigio ameritaban su retorno, tal vez en su medio y rodeado por los suyos, los de su señora, los vecinos y los primos lejanos de ambos, el querible Valeri volvía a ser aquel de los días de gloria. Como en un cuento de hadas, al iniciarse el Clausura 2011, el Pelusa se mostró mejor que nunca, brilló y gustó, hizo e hizo hacer un montón de goles. Con Schurrer en el banco y con la batuta del pibe de Villa Diamante pero ahora jugando por derecha, Lanús volvió a ser subcampeón. Y cuando de cara al Apertura 2011 todo estaba dado para la consagración, el pibe dio el peor paso de su carrera y exigió una suma desmedida, Schurrer no lo acompañó como él esperaba, el club no cedió, Diego retrocedió, Schurrer ahora sí lo respaldó otorgándole cinta de capitán y titularidad en un equipo conformado por figuras del relieve de Camoranesi, Regueiro y Pavone. Y una vez más, Valeri no volvió a ser aquel que había vuelto a ser hasta no hace mucho, pero que de golpe y conflicto de por medio había vuelto a dejar de ser.
Algunos allegados insinúan que después del conflicto, Diego no volvió a estar cómodo a las órdenes de Schurrer. Lo cierto es que al finalizar el Clausura 2012 Gabriel ya no está, Valeri sigue estando, y viene llegando nada menos que Guillermo Barros Schellotto para ponerse al frente del plantel, el hacedor de la mayoría de los goles de Martín Palermo en aquel Boca arrasador que formó Carlos Bianchi, con Riquelme suelto y moviendo los hilos. Y resulta que el Mellizo dice que de ser posible, de tener en su plantel un jugador apto para desplegar esa función, le gustaría jugar con enganche. ¿No estará Diego ante la oportunidad de su vida? ¿No tendrá ganas de una vez por todas de ser lo que debe ser? ¿No pensará aprovecharlo poniéndose el traje de luces de su ídolo y siguiendo los consejos de alguien que la tiene bien clara y que está dispuesto a transmitirle lo aprendido? Ojalá.